Reseña del libro “Amenábar, el valor de contar historias”, de Pau Gómez
Yo tenía solo doce años cuando vi Tesis, el primer largometraje de Alejandro Amenábar, y me voló la cabeza de tal forma que se convirtió en mi película favorita. Después llegó Abre los ojos, que me pareció sumamente compleja, diferente a todo lo que había visto en el cine español. Y, años después, Los otros, un cambio de género resuelto con maestría y con elenco internacional. Me fascinaba que todas esas historias fueran obra de un veinteañero. A esas alturas, ya lo consideraba mi director preferido (el único que he tenido, a decir verdad) y el resto de su filmografía la he visto siempre en el cine, nada más estrenarse; aunque debo reconocer que Ágora y Regresión me dejaron un poco fría, porque me costó ver el sello característico del autor. ¿Cómo no iba a querer leer Amenábar, el valor de contar historias, de Pau Gómez, para profundizar en los entresijos de cada una de ellas?
Como el propio autor explica al comienzo del libro, está escrito desde la admiración, y eso se nota. El análisis de las películas (incluidos sus cortometrajes iniciales, sus anuncios publicitarios y su miniserie) es sumamente interesante, mostrando los paralelismos entre las diferentes obras, las metarrefencias dentro de ese universo cinematográfico cada vez más extenso y variado y, cómo no, las influencias de las que bebe. Por si fuera poco, al final de cada uno de los capítulos, hay una entrevista a Amenábar, que no se corta en reconocer sus carencias en determinados aspectos según la época o las películas de las que se siente más o menos orgulloso.
Yo he visto todas, excepto la miniserie, por lo que he podido leer los capítulos sin miedo; pero aviso de que están llenos de spoilers, así que te conviene estar al día en su filmografía si no quieres que esta lectura te arruine la experiencia cinematográfica.
Si ya admiraba a Amenábar en su faceta de director, saber que también escribe los guiones, que ha compuesto muchas de sus bandas sonoras (y de otras películas) y que se implica totalmente en sus proyectos me ha hecho comprender por qué me gustan tanto: se nota que sus historias están hechas desde el corazón. Además, por sus respuestas en esas minientrevistas y por las palabras que le dedican algunos guionistas, directores y actores en las páginas finales de Amenábar, el valor de contar historias, he constatado que es tan sabio y perfeccionista como me lo imaginaba.
Por casualidad, en los últimos meses he vuelto a ver Los otros, Mar adentro y Abre los ojos, por lo que las tenía frescas al leer el libro, lo que me ha servido para disfrutarlo más. Y ahora me han dado ganas de ver de nuevo Tesis, mi película preferida de la adolescencia, y Mientras dure la guerra, su último peliculón. Hasta me apetece ver su miniserie, La fortuna, que hasta ahora no me había llamado la atención y acabo de descubrir que se trata de una adaptación de un cómic de Paco Roca. Y es que Amenábar, el valor de contar historias, es un libro indispensable para cualquier admirador del director. Al ahondar en su carrera meteórica (un Óscar con tan solo treinta y dos años, ahí en nada), en sus temas recurrentes a pesar de los cambios de registro, en sus paralelismos y en sus metarreferencias, nos damos cuenta de la complejidad de su universo cinematográfico y de la envergadura de su legado a futuras generaciones de cineastas. Me reafirmo en que Amenábar es mi director favorito: por lo que ha hecho, por lo que ha conseguido y, sobre todo, por su honestidad a la hora de contar las historias que realmente quiere contar, aunque la industria (sobre todo cuando se codea con Hollywood) no siempre se lo ponga fácil.