As de Pique

Reseña del cómic “As de Pique”, de Ricardo Barreiro y Juan Giménez

as de pique

Cuando ni siquiera había alcanzado la adolescencia cayó en mis manos un cómic sobre La Segunda Guerra Mundial en el que los combates aéreos eran los grandes protagonistas. As de Pique era su título. La edición de Toutain que me fue obsequiada recopilaba la mitad de los grapas de la colección. Papel poroso y amarillento que mostraba dibujos en blanco y negro. El dibujo estrella era aquel avión grande, muy grande, titánico. Desde su interior unos hombres manejaban aquel leviatán aéreo hasta el punto de convertirse en parte de la maquinaria. Los ocupantes de aquel monstruo que sobrevolaba ciudades en guerra se enfrentaban a todo tipo de calamidades y casi siempre salían airosos. Eran los héroes de la aventura. Y luego empezaron a tirar bombas en lugares donde únicamente la población civil moría. ¿No eran ellos los buenos de la película? Mi falta de madurez como lector de cómics unido a una ingenuidad infantil ya en decadencia hizo que algunos de los momentos más trascendentales de la historia se me escaparan, pero a pesar de esas carencias disfruté todas y cada una de aquellas épicas batallas, algo que me sorprendió entonces y que me sigue sorprendiendo ahora pues, para qué negarlo, los aviones nunca fueron santo de mi devoción. El cómic se extravió en una mudanza, las buenas sensaciones permanecieron. Durante años se convirtió en un producto descatalogado. Casi imposible encontrarlo. Y entonces, muchos años después, llegaron las reediciones. La última edición de As de Pique llega gracias a ECC. Además de ofrecernos todo lo que fue publicado entre 1977 y 1979 (esta vez en un papel de gran calidad) también incluyen una introducción del desaparecido recientemente (¡puto coronavirus!) dibujante Juan Giménez así como algo de material adicional.

As de Pique da nombre al cómic bélico escrito por Ricardo Barreiro y dibujado por Juan Giménez, y a su vez es el nombre del bombardero Boeing B-17 que resulta un elemento clave y común de la narración. Ya desde el primer episodio titulado Había una vez un cañón Barreiro y Giménez dejan entrever tanto a nivel narrativo como visual qué derroteros tomarán, así como es visible el buen entendimiento de guionista y dibujante. Cinco viñetas con un plano general extremo de un aeropuerto y un B-17 despegando, llegando hasta el lector, dan inicio y determinan un dibujo excelente que busca el detallismo así como lo espectacular. Juan Giménez juega con todo tipo de planos, aunque utiliza los cerrados para esbozar a personajes y los abiertos para mostrar batallas aéreas en toda su grandeza, con marcado acento por lo cinematográfico. Los enfoques de picado y contrapicado se alternan para ver en su grandeza destructiva la caída de bombas o los ataques suicidas de algunos pilotos de caza. La representación de cada aeronave, con un nivel de detallismo y precisión digna de relojero suizo, dota de gran verosimilitud a toda la obra. Una proeza para una época sin internet en el que las referencias debían buscarse a lo Indiana Jones en todo tipo de libros. Giménez consigue además mostrar esa simbiosis muy de novela de ciencia ficción que llegaban a tener los pilotos con su avión en el que no quedaba del todo claro los límites entre el hombre y la máquina. Giménez alcanza la excelencia en el episodio Una misión de rutina: apenas un texto de apoyo al inicio para mostrarnos que no son necesarias palabras para mostrar el horror de la guerra.

Con As de Pique Ricardo Barreiro escribió una obra de género bélico que ponía el acento sobre la épica de las batallas sin por ello olvidarse del tan siempre necesario mensaje antibelicista. “Y es que en la guerra suelen triunfar algunas naciones. Pero los hombres siempre pierden.” Para ello se valió de la propia tripulación del Ace of Pike: americanos que luchaban del lado de los aliados y que más que realizar gestas heroicas se dedicaban a cumplir órdenes como todo subordinado. Y eso significaba luchar contra unos nazis que ya tenían la guerra casi perdida y así parecer los héroes de la película, pero también significaba tirar bombas sobre población civil y dejar atrás todo rasgo de humanidad. El juego del gato y el ratón es una historia en dos partes que da buena fe de ello: la primera explicada desde el punto de vista aliado, la segunda desde el alemán. Los dos episodios que narran el bombardeo de Dresde (donde murieron más de cien mil personas, en su mayor parte, mujeres, niños y viejos) utiliza también este método. Barreiro consigue de esta forma acercarse a la imparcialidad para explicarnos que en la guerra no existen héroes ni vencedores solo el horror más cruel, historias dramáticas y la peor de las derrotas.

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