Baba Yagá, de María Zaragoza

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Habrá muchos de entre los que visitan este portal literario que conozcan el personaje mitológico eslavo de Baba Yagá y otros a los que ese nombre solo le suene de oídas de cintas como John Wick, Hellboy o de los estupendos, y muy recomendables, cómics Fábulas, por poner unos pocos ejemplos. Sea como sea, creedme, una vez que se ve una ilustración de Baba Yagá es imposible que el personaje caiga en el olvido pues decir que su representación es peculiar es quedarse corto: una bruja vieja, de nariz azul, dientes metálicos, una pierna normal y otra de hueso (para representar el mundo de los vivos y el de los muertos), que vuela montada en un almirez y su casa se levanta, y camina por toda Rusia, sobre dos patas enormes de gallina o de pavo. ¡Como para olvidar la imagen!

El caso es que en determinadas zonas es el equivalente al hombre del saco con el que los padres asustan a los niños para que se porten bien si no quieren que se los lleve con ella y se los coma. Es una bruja, sí, pero según la historia y la versión que se cuente, puede verse tan pronto como aliada que como villana.

En esta ocasión la trama transcurre en una aldea de clima bastante inhóspito y en donde los lugareños están acostumbrados a que de vez en cuando desaparezca algún niño (desapariciones estas que siempre se achacan a Baba Yagá). También el hielo se traga de vez en cuando a algún despistado, pero bueno, eso es el hielo…

Cuando Baba Yagá se lleva a la hermana pequeña de Valentina, esta no se va a quedar de brazos cruzados como los demás. Ella es muy valiente. Mucho más que cualquiera de las mujeres que han llevado su nombre y con sus trece años emprenderá el camino hacia la choza de la vieja bruja para exigir que su hermana sea devuelta, acabar con los sacrificios de carne periódicos, matar a la huesuda bruja o, llegado el caso cambiar la vida de su hermana por la suya propia.

La lectura es muy fácil y entretenida. Aunque se hace hincapié en que es un libro ilustrado enfocado hacia un público infantil y juvenil, lo cierto es que es perfecto para cualquier edad sin límite alguno.

Zaragoza trasplanta un icono ruso como el de esta bruja huesuda e inventa una historia con la clásica apariencia de cuento y esquema de superación personal, pero desmontándolo de tal forma que lo que nos muestra es una distopía (la temprana aparición de pájaros mecánicos ya nos huele raro desde el principio), en la que la gente consigue sobrevivir sin ser consciente de que lo que les ocurre, bueno o malo, sucede porque así lo decide alguien.

Baba Yagá habla del control y la manipulación, del miedo, de la superstición, y de la resignación, en un contexto de mitología y ciencia ficción que da como resultado un curioso y acertado relato ilustrado que se lee con deliciosa gula.

Un libro recomendable para niños (porque tienen que conocer los antiguos mitos que les van a perseguir toda la vida) y para mayores que quieran sorprenderse con revisitaciones y variaciones de personajes conocidos (aunque sea poco) en una bonita y cruel historia.

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