La canción de Apolo

Reseña del cómic “La canción de Apolo”, de Osamu Tezuka

la cancion de apolo

El mito de Apolo y Dafne es uno de esos ejemplos paradigmáticos de amor imposible. La penitencia de un amor inalcanzable debido a la soberbia. El mito cuenta que Apolo, hijo de Zeus y un dechado de belleza y virtudes, se mofó de Eros. Eros decidió castigarlo con una maldición. Tomó dos de sus flechas y la que instaba al amor la lanzó contra Apolo, aquella que fomentaba el odio fue a parar al pecho de Dafne. Y así, mientras Apolo más enamorado estaba de Dafne, más rechazo experimentaba ella. Un rechazo que llevó a Dafne a pedir ayuda a su padre para escapar del insistente Apolo. El dios Ladón convirtió a Dafne en un árbol, un laurel, al que Apolo consagraría y le concedería los más grandes honores. La canción de Apolo, de Osamu Tezuka y publicado por Planeta Cómic, toma este mito como base para relatar una historia de amor imposible. Un amor que transportará por el tiempo y el espacio al protagonista para encontrarse siempre con la misma mujer e intentar que su amor llegue a buen puerto. Una misión dura como los doce trabajos de Heracles y más cruel que el castigo de Sísifo.

El punto de partida de La canción de Apolo es la mente trastornada de un psicópata. Y es que el protagonista, Shogo Chikaishi, detesta el amor. Así que siente espasmos de rabia que lo llevan a agredir a las parejas que hagan muestras de su amor, y a matarlos si estos son animales. Para intentar sanar su mente y sus impulsos violentos es internado en un psiquiátrico en el que se le trata con todo tipo de métodos de la época. En una de las sesiones de electroshock su mente es transportada al templo de Atenea donde conocerá a la diosa que da nombre al lugar. Atenea lo condenará a sufrir una y otra vez un amor inalcanzable. Este será el leit motiv principal que Osamu Tezuka tomará para contarnos varias historias, todas con el eje principal y nexo de unión del amor, pero a su vez, cada una de ellas única. De esta manera Tezuka crearía una de esas obras que son una historia que engloba más historias. Un manga que atesora diferentes narraciones y géneros para indagar sobre los misterios y contrariedades del amor.

En La canción de Apolo Osamu Tezuka se subiría al carro del género gekiga (manga de estilo realista que trataba asuntos de forma más madura y que no obviaba los temas más controvertidos) con un dibujo menos cándido de lo que normalmente realizaba. Igualmente se notaría en toda la obra un pesimismo y una crudeza inusual en los trabajos de El Dios del Manga, así como un protagonista con tantas sombras que en más de una ocasión provoca rechazo, aunque sin llegar a las cotas del protagonista de Alabaster.

La trama principal de La canción de Apolo es claramente un drama, el drama de alguien roto, con múltiples traumas infantiles que lo convirtieron en un adulto deleznable. Con todo, y aunque lo dramático siempre cala cualquiera de las demás historias, mediante diferentes géneros narrativos que nos llevarán de lo bélico, a la ciencia ficción o incluso al spokon (manga de género deportivo) exploraremos una historia compleja y rica en matices. Y es que Tezuka lo mismo nos mete en los trenes en los que se transportaban judíos en la Segunda Guerra Mundial que nos lanza en una isla recóndita en la que los animales parecen haber formado un tipo de utópica sociedad. Y aquí no acaba todo, pues del entrenamiento inhumano de un corredor que aspira a correr maratones, el autor nos traslada a un futuro distópico y espeluznante en el que humanos sintéticos han conquistado la Tierra. El autor se vale de cada historia, de cada intento de acercamiento a ese amor imposible, para hacernos reflexionar sobre diferentes temas, así como para lanzar algún que otro mensaje. Algunos de ellos, y por fortuna para nuestra sociedad, suenan muy desfasados y casposos; porque los tiempos cambian y muy rápido. Sin embargo, el mensaje principal que pretendía trasmitir Osamu Tezuka con La canción de Apolo, esa defensa sobre la imperiosa necesidad de amar, de ser amado y de que el amor es una parte intrínseca, sanadora y dolorosa de nuestro ser funciona igual de bien que el primer día.

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