La espuma de los días, de Boris Vian

la espuma de los díasSi no has oído hablar nunca de Boris Vian ni de su libro La espuma de los días, no sabes la que te espera en cuanto leas la primera página. La realidad tal y como lo conoces se pondrá del revés, y no tendrás claro si el autor te está mostrando un universo paralelo o contándote un sueño alocado.

Y eso que la historia que plantea es sencilla: Colin y Chick, ventiañeros y amigos, se enamoran de Chloé y Alise, respectivamente. Colin posee dinero de sobra para vivir sin trabajar, y pronto se casa con Chloé. Sin embargo, Chick no le pide matrimonio a Alise, alegando que su profesión de ingeniero no le da para vivir. Durante la primera parte de la novela, estos personajes parecen frívolos y las situaciones que protagonizan, absurdas. Al menos yo no conseguía pillarle el punto a ese surrealismo que lo impregnaba todo. Y aunque los constantes juegos de palabras (por ejemplo, hablar de monapillo en lugar de monaguillo) y referencias literarias (el personaje de Jean Sol Partre en clara alusión a Jean-Paul Sartre) me divertían, mi desconcierto no dejaba de crecer.

Entonces la felicidad y la diversión de la primera parte dieron paso al dolor y a la desesperación en la segunda. Durante la luna de miel, Chloé cae enferma. El médico le dice que le ha crecido un nenúfar en el pulmón derecho y que la única forma de acabar con él es que esté siempre rodeada de flores. Mientras tanto, la relación de Alise y Chick también atraviesa dificultades: la obsesión de él por adquirir todo lo que esté relacionado con su escritor favorito lo está arruinando por completo y alejándolo de Alise. El surrealismo seguía presente en estas situaciones angustiosas, pero a estas alturas yo ya estaba sumergida en él. Al igual que los personajes, sentía la atmósfera aplastante de la casa de Colin y Chloé, que no para de menguar, y esa desesperación de Alise por acabar con todo lo que la separa de Chick.

Y solo cuando llegué a la página final entendí la magnitud de La espuma de los días. Ningún elemento es arbitrario en este libro, aunque al principio parezca que nada tiene ni pies ni cabeza. Y es que, en la buena literatura, todo tienen una razón de ser, por mucho que esta nos rompa los esquemas. La lectura me llevó a curiosear sobre el libro y su autor, y cuál fue mi sorpresa cuando descubrí que la elección de Jean-Paul Sartre como escritor parodiado se debía a una venganza personal de Boris Vian, pues el escritor existencialista y el escritor surrealista habían tenido muchos encontronazos en lo profesional y en lo personal. Eso me hizo pensar que La espuma de los días es la clase de novela que mejora con las relecturas: una vez que te familiarizas con la irrealidad de Boris Vian, es mucho más sencillo dejarse llevar y entender los simbolismos, las infinitas lecturas entre líneas.

La espuma de los días es un choque frontal entre belleza y fealdad, entre vida y muerte, y me ha sorprendido sobremanera cómo Boris Vian fue capaz de mostrar las emociones más demoledoras a través de los hechos más rocambolescos y el humor más desacomplejado. Sin duda, una lectura atípica que se quedará rondando por mi subconsciente mucho tiempo.

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