La lección de August

La lección de August, de R. J. Palacios

La leccion de AugustCuatro ojos, jirafa, periscopio, mariquita, empollón, boliche, quinqui. Algunas de estas palabras os sonarán, otras probablemente sólo os imaginéis lo que quieren decir. Pero, sin duda, todos en algún momento de nuestra vida hemos tenido que escuchar alguno de estos motes, de estos insultos pronunciados con más o menos gracia, a alguno de nuestros compañeros de colegio, de instituto y, para los más tardíos, incluso en la universidad. De la infancia a la madurez, hemos visto como algunas de estas palabras nos han acompañado como si fueran una pequeña sombra que cada vez se hacía más y más grande, casi como una bola que va agrandándose según iba rodando. Pero, ¿qué siente el que lo escucha? ¿qué siente el que lo sufre? ¿qué tiene que ver todo esto con “La lección de August”? Todo y más de lo que creáis pensar. Porque esta es una historia de niños sí, pero para que aprendamos los adultos.

August Pullman podría haber sido un niño normal. Iría al colegio, tendría amigos, conocería a una chica que le quisiera, y se haría mayor mientras iba aprendiendo cosas de la vida. Pero él es especial. August Pullman ha aprendido desde pequeño aquello que otros aprendemos mucho más tarde. Porque él tiene una enfermedad que hace que se cara esté deformada. Y eso, para un niño que empieza el colegio por primera vez, sólo significa una cosa: tener que enfrentarse a un realidad muy dura.

 

Hay algo en los libros que nos hace retroceder en el tiempo. Vas leyendo, vas pasando las páginas, e irremediablemente vas recordando hasta llegar a años que creías olvidados. Épocas pasadas que podrían haber sido más felices, si alguien no te las hubiera arruinado. Y es entonces, cuando vas leyendo lo que sucede, cuando te das cuenta de lo equivocado que estaba el mundo, y que tú tenías razón: la gente sólo teme lo que no conoce. “La lección de August” puede parecer un libro amable, y en realidad lo es. Pero viendo más allá, pudiendo observar con un microscopio lo que encierra entre su portada y su contraportada, se nos revela un secreto de esos que nadie había pensado cuando era pequeño. R. J. Palacios ha creado a un nuevo héroe del siglo XXI, un héroe con una cara extraña, pero con un corazón de oro, que solamente necesita una cosa: que nadie le mire por su cara, sino por lo que les hace sentir. Y es que en el mundo de los niños, donde hoy en día parece que todo tiene que ser de color de rosa, se esconden ciertas injusticias, ciertas mezquindades que, disfrazadas de gracias (sin ninguna gracia), son no tomadas en cuenta. Pero al conocer a August, al conocer al niño que se encuentra tras la máscara deforme de una personita enferma desde que nació, te das cuenta, te enteras de verdad, de lo injusto que un mundo puede ser simplemente por el hecho de no haber nacido como estaba establecido de antemano. Y eso, al menos para mí, es difícil de entender.

Hay historias que se te clavan. Es impredecible. Nadie tiene la forma exacta de determinar con qué novela va a acabar llenando sus horas como si fuera un alegre aventurero que se adentra en la selva que es la vida de sus personajes. Pero “La lección de August” no es sólo una selva, es un mundo entero en un cuerpo de niño pequeño, es un universo en la vida de un hombre que ha crcido a base golpes con forma de mirada, de mirada en forma de miedo, y es que R. J. Palacios nos envuelve en los brazos de un niño que pudiendo haber perdido las ganas de meterse de lleno en un mundo que todos creemos normal, lo único que quiere es llenar a ese mismo mundo con una luz tan grande que es imposible no quererle desde la primera página.

Yo no he sido nunca un niño deforme, pero sí he escuchado algunas de las palabras del principio de esta reseña. Por eso os digo: yo no luché por hacerme oír, pero al menos el silencio, después de este libro, no volverá a formar parte de mi universo.

2 comentarios en «La lección de August»

  1. Es que la inocencia de los niños lleva a decir las cosas tal y como las piensan, y a veces, sin querer, son crueles. O sus reacciones espontáneas… Un libro que me dejas con ganas de leer.
    Besotes!!!

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    • Aunque a veces, Margari, pueden ser crueles sabiendo que lo son. Este libro toca todos los palos, y supongo que es esa cercanía personal por vivencias que he tenido o ha tenido gente que me rodea la que me ha hecho sentir mucho más este libro, aun así, te lo recomiendo! 🙂

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