La única historia, de Julian Barnes

La única historia“¿Preferirías amar más y sufrir más o amar menos y sufrir menos? Creo que, en definitiva, esa es la única cuestión.

Puedes puntualizar -certeramente- que no lo es. Porque no tenemos elección. Si la tuviéramos sí sería una cuestión. Pero no elegimos y en consecuencia no lo es. ¿Quién puede controlar cuánto ama? Si se puede controlar, entonces no es amor. No sé cómo podemos llamarlo, pero no es amor.”

Este el comienzo de La única historia, una novela que, como veis, es difícil que deje indiferente a nadie. ¿Quién no ha amado y ha sufrido después, cuando ese amor ha acabado de forma irremediable? ¿Quién no ha amado sin límites, hasta el punto de llegar a cometer locuras hasta el momento inimaginables e increíblemente irracionales?

Porque si tuviera que definir el amor, el amor puro, inocente y pasional al mismo tiempo, que surge desde las más oscuras profundidades del corazón humano, sería con esta única palabra: irracional. Y así ha sido también, en numerosas ocasiones, la lectura de esta novela. Desde que me sumergí en ella, ha sido una auténtica locura (y en el mejor sentido de la palabra). Y esta es su verdadera esencia: la locura del amor sin límites. Ese que te impide pensar con claridad. El de las mariposas en el estómago. El de querer que la otra persona sea feliz, aunque esa felicidad no coincida con la tuya. Quizás a muchos de vosotros se os venga a la cabeza el amor adolescente. Ese que todos sentimos (o creíamos sentir) con 14 o 16 años. Ese que te hacía quedarte embelesado mientras mirabas a esa persona y ya no podías pensar en nada más…

Pero esta novela no se refiere a esa clase de amor, ya que Julian Barnes profundiza muchísimo más en este concepto y en todo lo que implica para el ser humano, desde el inicio del amor hasta su decadencia, con todo lo que eso conlleva… Y creo que esto es lo que la hace especial. Además, habla de una forma tan sincera de la idealización de este sentimiento, desde la experiencia personal del protagonista, que la hace tan real como la vida misma. Aunque no es fácil empatizar con sus personajes. Los problemas que atraviesan ambos enamorados, que ya de por sí viven circunstancias difíciles, se unen a una diferencia de edad de más de veinte años y a otra pareja de por medio… Lo que tengo claro después de leer este libro es que tienes que comenzar sin ninguna clase de prejuicios. Porque si no es imposible disfrutar de su lectura y empaparte de tanto sentimiento concentrado en apenas 200 páginas.

Creo que La única historia no es un libro para cualquier persona, ni siquiera para aquellos que les gusten las historias de amor con finales felices. O incluso dramáticos. Porque va mucho más allá de todo eso. Tienes que estar dispuesto a sufrir y amar desde la primera página, puesto que el camino que te espera a lo largo de la misma es tortuoso, dramático y tormentoso. Pero lo que tiene de increíble es que, a su vez, tiene ese aire esperanzador, tierno y romántico que hace que no puedas parar de leer. Que te lleva de nuevo a tu primer amor o al “amor de tu vida”, ese que te hizo (o te hace) creer que todo, absolutamente todo, era (o es) posible. Según dicta la novela:

“Todo el mundo tiene su historia de amor. A veces ves una pareja que parece morirse de aburrimiento juntos y no te imaginas que puedan tener algo en común o por qué siguen viviendo juntos. Es porque en su día tuvieron su historia de amor. Todo el mundo la tiene. Es la única historia.”

Personalmente, me quedo con este fragmento, que quizás sirva de resumen al verdadero sentido de esta novela: que la esencia del amor siga intacta, pase lo que pase, hasta el final y para todos nosotros. Para mí, está en todas estas páginas. Y me ha encantado saborear este sentimiento tan real en todos los diálogos, descripciones, pensamientos y reflexiones plasmados por Julian Barnes. Creo que, como ya he dicho, consigue ir mucho más allá. Y, con ello, también consigue que nosotros, como lectores, nos transportemos a otro universo: a uno en el que el amor nos inicie, nos reinicie y nos apague para siempre. ¿Acaso el amor no es como la vida? ¿O debería serlo?

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