laciega.com, de Félix Teira
Había leído ya algo de Félix Teira, que por cierto nació en Belchite, ¿y recuerdan que un día les conté que era una sinsustancia por haber leído “Los olivos de Belchite” tan solo porque el título me había parecido muy inquietante y la portada muy sugestiva?, pues hoy vengo a hablarles de un hombre que es de Belchite pero a su vez es más de Zaragoza que las torres del Pilar y más de ciudad que el asfalto.
Pero claro, yo no he llegado a este autor, como en otras ocasiones, por una de esas casualidades de la vida, y es que hasta este hombre han llegado montones de jóvenes aragoneses, pues sus lecturas suelen estar recomendadas para los chavales de enseñanzas medias, que no de “medias enseñanzas”…, bueno, perdón por la broma, la tenía preparada para tiempos de recortes en educación.
Pero aquellos jóvenes tan majicos de los que nos hablaba Félix en sus otros libros, parece ser que han crecido, ya tienen más que adelantada la treintena y las patas de gallo afloran con crueldad en sus caritas, en sus almas y en su forma de vivir y relacionarse.
Eternos adolescentes.
Según como les contase de que va este libro es posible que lograse incluso arrancarles alguna sonrisa. Pero ni el libro es gracioso ni yo lo intentaré ni creo que Félix lo escribiese con esa intención.
laciega.com, como muchos otros libros que cada vez con mayor frecuencia llegan a mis manos, me transmiten una imagen descorazonadora de ese mundo que viene tras de mí, de ese futuro que viene empujando, pero que en realidad ya está aquí, y si como leí en la invitación a la presentación de laciega.com, que por cierto después se convirtió en un precioso marcapáginas, “el sabor del mundo lo da la mente colectiva de los menores de 35 años (Martin Amis)” les aseguro que lo que transmiten muchos de estos autores en la actualidad y en concreto Félix Teira con esta estupenda novela, es un sabor acidísimo, casi insoportable y difícil de digerir.
Es cierto que siempre hemos dicho que la gente mayor se hace pesimista respecto del futuro y la juventud, a la que siempre califica como dispersa, poco centrada, irrespetuosa, pero ya lo decía el mismo Sócrates “Los jóvenes hoy en día son unos tiranos. Contradicen a sus padres, devoran su comida, y le faltan al respeto a sus maestros”, ven, hay cosas que no cambian.
Y eso tampoco tiene tanta importancia. Pero es que ya no, ya no estamos hablando de eso, tampoco hablamos de lo que un día planteara Albert Einstein: “Juventud, ¿sabes que la tuya no es la primera generación que anhela una vida plena de belleza y libertad?” Ojala estos fuesen los máximos intereses de la juventud actual! Igual el problema lo presento más claro si analizamos las palabras a otro clásico, Aristóteles, que nos dejó esta frase para el recuerdo. “Adquirir desde jóvenes tales o cuales hábitos no tiene poca importancia: tiene una importancia absoluta.”
Hablamos de jóvenes de 35 años, y eso, en sí es ya el problema, más de treinta años, con una o dos carreras terminadas y todos los postgrados del mundo, pagados, eso sí, con el mayor o menor sacrificio de unos padres que han vivido para su trabajo, complacientes con este mundo neoliberal y consumista por el que nos hemos dejado embaucar, dejando de lado los ideales clásicos del ser humano, dando a los hijos una vida rosa, y haciendo así, que una piedra en el camino se les antoje la montaña más alta del mundo, o incluso aquellos que han tenido que superar algunas dificultades, no han entendido el valor del esfuerzo, nadie les explicó su sentido ni lo que les aportaba para el futuro, y se han convertidos en resentidos sociales… jóvenes de 35 años sin futuro y con hábitos infantiles, poco solidarios porque su educación ha estado basada en la competitividad, con relaciones familiares distorsionadas, mucho colegueo pero poquísimos amigos, colegas que tan solo por pasar un buen rato son capaces de despellejar y degradar al máximo, como en una clase de preescolar, egoístas e incapaces de soportar un poco de dolor, un poco de ansiedad, un poco de soledad … y en estas andábamos cuando llega una crisis salvaje, y alguien teme que estos jóvenes de 35 años se conviertan en jóvenes de 45, y los de 45 en jóvenes de 55…, y el futuro se vista de vejez, pobreza y soledad, de no vivir y de ver pasar la vida por alguna ventana ajena. ¿Han sido capaces de leer esto de un tirón? uffff!
Un libro de temática social muy ágil y bien escrito, un libro que ha sido capaz de liarme, cuando lo terminé, ya de madrugada, me fui a la cama de inmediato, el libro me había transmitido tal ansiedad que llegué a confundirla con la mía propia, así que el sueño me sentó bien… Seguimos con la crisis pero la angustia se ha disipado un poco.
¡Que reseña tan triste, Susana!
Sí, pero así es la vida.
¡Pero tú eres una mujer muy alegre!
Esa es mi gran paradoja
hay libros que me persiguen
creo que para tener controladas mis emociones…
Y lo consiguen …?
Este, desde luego, sí.
Susana Hernández
Otros libros recomendados
Como siempre una gran reseña, que invita a leer el libro.
Pero recuerda lo que dice nuestra común amiga, Anabel, “las emociones no hay que controlarlas, hay que gestionarlas”… 🙂
Besos.
Me ha gustado mucho la reseña, sobre esos dos últimos párrafos que creo que sintetizan de maravilla lo que debe de significar este libro, y el drama de fondo, que lo es. Y también a nivel personal, me gusta lo que comentas, que de vez en cuando libros así te vengan tan bien leer para equilibrar la balanza de tus emociones. En fin, Susana, un abrazo muy hermoso y a seguir escribiendo 😀
Pues como ves, querida Ana, en esta ocasión no había manera de gestionarlas, el libro es tan cautivador… que debí abandonarlo en varias ocasiones, pero esto es serio! jajajaj, pediré cita a nuestra amiga Anabel para un terapia de felicidad, que encima tal como están las cosas … Ufff.
Un besico y FELIZ NAVIDAD!
Gracias Icíar, los libros especiales merecen reseñas especiales. Yo pensé que con la buena racha que llevaba, sería un libro divertido, pero mira… la sonrisa se me quedó helada.
Un besico tambiém para tí, Feliz Navidad! y nos seguimos leyendo.
te entiendo perfecto en eso de ver el futuro y creer que lo que viene (y en mi caso, porque pienso en mis hijos) es más difícil para ellos de lo que fue para mí mi propia juventud. Y creo que esta vez (con perdón de Sócrates) si es diferentes porque las redes sociales, el internet, y los medios de comunicación (esos teléfonos que no se apagan a ninguna hora) están cambiando el modo de vida de todo el planeta (y de comunicarse, hostigarse, lastimarse, amarse). Como padres de jóvenes, tenemos la obligación de ponerles límites, no darles todo masticado y en la boca, y enseñarlos a que sean adultos independientes…para que no sean parásitos de 35 años, muchos estudios y sin ganas de trabajar (tengo amigos que tienen hijos casi de 40 aún estudiando…y ellos pagándoles los estudios).
Tomo nota del libro. Como siempre, una extraordinaria reseña ¡gracias!
Ale.
Mi querida Ale!
Gracias por tu comentario y por compartir tu reflexión. Desde luego que gran parte de la respnsabilidad la tenemos los padres pero hay veces que es difícil desde la familia competir con toda esta locura social de consumo. Yo espero que de las consecuencias de estos tiempos de crisis todos aprendamos algo.
Un fuerte abrazo y mis mejores deseos para este año nuevo!