Monstruosas, de VV.AA.

monstruosasDe siempre las mitologías de todas las culturas han reservado a la mujer los valores que tradicionalmente han sido asociados a su género (fertilidad, maternidad, protección, amor, naturaleza, sabiduría,…) pero parece que cualesquiera de estos valores –o del que tocara representar en la fábula o mito de turno– siempre han ido ligados irremediablemente al don obligatorio de la belleza. Lógico por otra parte pues, para la composición de historias y mitos nadie imaginaría a una Atenea horrenda, a una Freya chepuda y con arrugas, a una Cibeles tuerta y con llagas en la cara o unas musas barbudas… Por ejemplo.

Pero también se puede ser horrenda, tuerta, chepuda… y no dejar de lado la feminidad, la inteligencia, el amor, el instinto maternal, la protección. Las feas, además, siempre han dado más juego que las guapas y han demostrado ser más interesantes y tener una vida/guion más currado. Cierto que al estar más apartadas se les ha colgado el sambenito de comer niños, de matar hombres, de robarles el semen y, en resumidas cuentas, de hacer muy bien el mal. Pero no se puede agradar a Dios y al diablo, ¿verdad?

Monstruosas ha sido un enorme divertimento inesperado. Una colección de diez relatos escritos por diez mujeres dedicados a personajes mitológicos femeninos. Algunas conocidas por todos como Medusa (sí, esa que sale en la Furia de Titanes del 81, la buena, la de los efectos de Ray Harryhausen. Esa que tenía la cabeza llena de serpientes y se te miraba te convertías en piedra), las banshees, las furias, las arpías, la lamia… Pero otras han sido un descubrimiento, como, por ejemplo, la ojáncana (que vive cuidando los montes de Cantabria y parece una Venus de Willendorf), la nure-onna japonesa, Lamashtu, la Alraune germana…

Yendo ya a la mandanga puramente literaria diré que de los diez relatos ocho han sido con los que más he disfrutado. Como balance no está nada mal y me gustaría, y lo voy a hacer, darles un breve reconocimiento.

Lamia, de Cristina Jurado, ha sido como una película de orígenes del superhéroe de turno, con la particularidad de ser la trágica historia del engaño a una mujer y sus nefastas consecuencias.

Espumas de color lavanda, de Covadonga González-Pola, uno de mis favoritos sin ninguna duda. Una mezcla de noir, gore y terror con una figura mitológica nueva para mí. El ritmo, las voces, el desarrollo… Grande.

Alas del viento, de Caryanna Reuven. Bueno, bueno. Con este relato hasta me he reído, y me ha encantado, la verdad. No conocía yo esa parte escatológica de las arpías, pero aparte de eso, me ha gustado el tipo de relación que hay entre las hermanas. Y esa capacidad de aguantar días sin cagar… Y sobre todo el giro de la historia. Con lo solemne y ritual que empieza, ¿quién iba a decirlo? ¡Genial!

La vida sabe, de Asun Blanco. Este es el de la ojáncana. Me ha descubierto la historia de ese personaje al que ya no solo le margina la humanidad, sino que también lo hacen los propios marginados. Una historia triste, a pesar de la crueldad de los actos de nuestra protagonista, pero no puedes culpar al lobo de ser un lobo y hacer cosas de lobo… Muy emotivo.

Gorgoneion, de Gloria T. Dauden. No hace falta decir, con semejante título, quien es la actriz principal, ¿no? Brillante. No puedo decir más. Brillante el inicio, el nudo y un desenlace inesperado del todo. ¡Chapó!

La fealdad del río, de Mariela Pappas. Es más o menos lo dicho al principio. El dejar de acicalarse, de empolvarse, de someterse a las estrictas normas sociales de la belleza diaria, que, siendo japonesa la prota significa además bastante tiempo dedicado a ello, y vivir según tus propias normas. Muy entretenido.

Piel y sangre, de Patricia Macías. Otra sorpresa con un demonio desconocido y justiciero. Un pelín de terror para una buena historia, bien narrada y ejecutada.

La plañidera, de Cristina del Toro. Conocía la historia de las banshees porque hace poco se hablaba de ellas en La máscara de la muerte y otras historias, así que conocer el origen supuesto del mito ha sido entretenido y enriquecedor. Además, el relato ha sabido captar muy bien la lucha de religiones, el desplazamiento del saber local tradicional frente al cristianismo y la expulsión y arrinconamiento de la mujer hacia los lugares que más convenían a la Iglesia. Una historia que se lee con mucho placer.

No quiero olvidar mencionar que cada historia tiene al comienzo un código QR gracia al cual se puede obtener el audiorrelato y que al final hay también una breve explicación de la figura mitológica correspondiente, así como un recortable de la misma. Desde luego, no se puede negar que la edición sea original.

Monstruosas es un libro que gustará a quienes les gusten las historias con bases mitológicas, las actualizaciones de esos mitos y los finales no necesariamente felices, pero, en general a quienes disfruten de buenos argumentos, de personajes sólidos y bien construidos, con personalidad probada, heredada o no de tiempos remotos, con motivaciones convincentes y sobre todo a quienes quieran pasar un buen rato leyendo buena literatura.

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