Montevideo

Reseña del libro “Montevideo”, de Enrique Vila-Matas

Montevideo

(Quién me lo iba a decir a mí. De acuerdo. Vamos allá)

….

Pues creo que, en primer lugar, sería justo decir que la nueva ¿novela? de Vila-Matas es la más ¿interesante? de las que yo he leído (que no son más de ¿dos?). Esto, de primeras, para los infieles como yo. (Por si estaban dudando).


Por otro lado, si usted es un acólito irreductible del susodicho vanguardista de nuestras letras (y si, además de eso, nos atenemos a lo que se viene diciendo en esos medios culturales tan (y ponga usted aquí el adjetivo que quiera) que usted y yo (nunca) seguimos a pies juntillas, o (y definitivamente por esto) nos creemos las palabras del propio escritor cuando dice que es justamente así), yo debería entonces añadir que Montevideo es la obra cumbre de este singular autor, la que recoge, definitivamente, lo mejor del inconfundible e innovador estilo del genial escritor catalán Enrique Vila-Matas y todos los temas que han ido configurando su incatalogable prosa y tal, y tal y tal”.

Supongo (porque uno no sabe una mierda de nada con seguridad, y menos mal) que ambas cosas podrían ser igual de ciertas.

Supongo.

Pero por ir a cosas más concretas, una que me ha gustado (bastante) de Montevideo es la intertextualidad que contiene. Es habitual en Vila-Matas, dicen los que lo saben. Y a mí me encanta eso de encontrar historias, referencias y relaciones entre los textos/ideas que leo/destacan en lo que leo y otros/otras anteriores o distintos/as a ese/as y de los/as que, generalmente, no tenía ni idea (de dicha conexión, digo), o entre los/as que, habitualmente también, no he llegado a establecer nunca ninguna relación previa (porque yo no soy tan inteligente, por supuesto).

Y me da igual que sean reales, falsas o, directamente, una desbarrada mental llena de ridículas ínfulas de gran literato (lo que no quiere decir que sea el caso). Sea como sea, es excitante, divertido o didáctico posarse durante unas horas en esa tela de araña, a veces invisible pero otras veces no, de naturaleza casi interminable, que existe/se crea/alguien establece entre los libros que ha leído/escribe y los que escribe/ha leído y que son fruto de una determinada experiencia de vida, de cierto esnobismo, de la misma locura o ¿la genialidad? de un determinado autor.

Esa vida real contenida en la propia ficción, o justo al revés.

(Supongo que de algo parecido va este libro, pero quién coño lo sabe con exactitud).

Vila-Matas (o, mejor dicho, el ficticio narrador/escritor que protagoniza la ¿historia? de viajes, recuerdos y reflexiones en torno a la transmutación constante entre vida y literatura, o entre realidad y ficción), lo hace constantemente. Lo de narrar (en) la intertextualidad, digo. Con el Tristan Shandy, con Thomas Wolfe, Tabucci, Lezama Lima, Roberto Bolaño, Mallarmé, Elizabeth Hardwick, Baudelaire, Kafka o Cortázar (que es, además, el núcleo desde el que arranca y al que converge LO QUE (y obsérvese la intención de las mayúsculas) Vila-Matas nos cuenta aquí).

También le pasa algo parecido con las ciudades (París, Bogotá, Montevideo, Reikiavik…) y le pasa con las puertas, las habitaciones o los habitáculos, y con esa cochambrosa habitación 205 del Hotel Cervantes de Montevideo, en la que se alojó (o quizás no) Julio Cortázar (o Carlos Gardel) y que inspiró un cuento suyo (de Cortázar, digo) titulado La puerta condenada, (e incluido en Final de Juego).

Una habitación 205 en la que, efectivamente (o no), existe (¿o existió en el cuento?) una puerta condenada justo detrás de un armario y que le sirve al escritor catalán como especie de metáfora principal para este libro polimorfo y laberíntico, que parece escribirse según se lee (o al revés), que pisa el terreno del ensayo (¿y el del género fantástico?) pero que sirve, como tantos otros antes (y tantos después), para volverse a preguntar cosas como ¿por qué escribir?, ¿cuánto de ficción hay en la realidad y cuánto de realidad en la ficción? o, en mi caso, otras cosas menos profundas que no voy a mencionar aquí por si hay menores delante.

Sea la pura verdad, un grandioso fake, justo mitad y mitad o ninguna de estas cosas, Montevideo será el mejor libro de Enrique Vila-Matas.

(Y si no, ya me dirán ustedes…)

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