Nadie nuevo cerca de ti

Reseña del libro “Nadie nuevo cerca de ti”, de Hernán Migoya

nadie nuevo cerca de ti

Decir Hernán Migoya es sinónimo de transgresión, de políticamente incorrecto, de hablar sin pelos en la lengua y, en definitiva, de sudarle la polla, a estas y a todas las alturas, veinte años después del escándalo de Todas putas, lo que piensen y digan de él.

Pero por si acaso alguien no lo conocía Migoya ha tenido en este libro el detalle, que a mí me ha provocado una sonrisa, de incluir para posibles incautos lectores la advertencia inicial: “El narrador de este libro utiliza términos sexistas, racistas, colonialistas y palabrotas.” Eso es lo que esperaba y, por eso, y por ser una novela negra cuya sinopsis me picó la curiosidad, quise leerla. Y ¡hostia puta! Encontré lo que andaba buscando, los términos previamente advertidos y mucho más. ¿En serio es tu primera novela negra, Hernán? Sí, ya sé que sí, es una pregunta retórica, pero es que nadie lo diría, joder. O tienes una flor en el culo y estás dotado para el género o has mamado mucha cosa negra más allá de Nero Wolfe y Archie  Goodwin.

“¿Por qué a las mujeres les repelen tanto las anchoas? ¿Será como dicen porque su sabor les recuerda al olor de sus propias vaginas… o a las de oras mujeres? ¿Será por eso que nos gustan TANTO a Travis y a mí?”

Vamos al tajo. La trama transcurre en la Barcelona postolímpica (que esto de postolímpica lo dice en la contra pero, coño, treinta años después ya te digo yo si es postolímpica…), como podría suceder en Madrid, La Coruña o Logroño. Da igual. La decadencia de la sociedad española es universal e igualitaria en todo el conjunto del país y no hay más vuelta de hoja. En alguna parte tenía que pasar y pasa ahí.

Venga, va, sigamos. El caso es que el autor presenta al prota, un tío llamado Hernán Migoya que sobrevive lucrándose gracias a una famosa app de citas. Queda con la chica de turno, intercambian fluidos y durante algún descuido aprovecha para hacer fotos íntimas y comerle la cabeza al marido o pareja de la infiel, de que se la está pegando para poder jugar así a que es un detective privado. En una de estas, Hernán se enamora de Margarita y todo parece ir de primera hasta que esta es asesinada.

Con el único propósito de descubrir al cabronazo que se ha cargado a su actual amor de su vida, Hernán se meterá de lleno en una investigación a la que más tarde se unirá Tintín, un mozo de escuadra y a la que (tal vez a conciencia, tal vez de chiripa, en los escasos intervalos de lucidez que el alzhéimer conceda a su padre) este también aportará como un trasunto de Nero Wolfe, sus certeros dardos deductivos.

Como he dicho antes, me parece increíble que una novela así, tan bien estructurada, con unos personajes tan bien perfilados y con unas relaciones entre ellos tan bien definidas sea el bautismo en un género tan difícil como el negro. Migoya no concede descanso, el ritmo de lectura es frenético y quieres saber y seguir leyendo para seguir sabiendo lo que se está cociendo en un ambiente que el autor refleja a la perfección y que está plagado de otakus, swingers, centracas y travestis que están ahí porque están también en la realidad.  Todo ello salpicado con ráfagas de humor negro inteligente, un poco de filosofía y algo parecido al romanticismo.

Capítulo especial merece el padre. Hace un año o así leí Y si quieren saber de nuestro pasado, en donde Migoya narra el año que pasó cuidando a su padre, enfermo de alzhéimer, y a su madre, enferma de cáncer , aunque era ella más bien la que acababa cuidando a los dos. Cada vez que aparecía Marcelino en Nadie nuevo cerca de ti, no podía evitar el recuerdo que tenía de él en Y si quieren… y sabía que aunque en esta ficción Marcelino se quedara solo en casa, a veces con la mierda pegada al culo, para acudir a las citas del alegre folleteo, o a investigar para llevar a cabo la vendetta, en la realidad, siempre se quedaba alguien con él.

“¿De verdad hay que aguantar a un Dios que cada día nos pasa la mano por la cara para recordarnos que crecer es ir perdiendo todo lo importante por el camino?”

En resumen, un gran libro, con una trama que engancha, un desarrollo creíble lleno de personajes verosímiles enmarcados en una sociedad fielmente retratada. No he podido descubrir al asesino, pero tampoco iba de eso, no es un whodunit ya que no conocemos a todos los sospechosos desde el principio, ¿pero a quién coño le importa eso? Lo he disfrutado y eso y solo eso es lo que importa.

¡Bravo tus huevos, Migoya!

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