Orfeo

Reseña del libro “Orfeo”, de Richard Powers

Orfeo

No me he puesto a contar cuántos son, pero si lo hiciera daría para un hermoso (por lo grueso) diccionario musical. Y eso, en realidad, y mirándolo desde la óptica de lo que significa para mí un buen (¡joder, un buenísimo!) libro, lo dice prácticamente todo. Porque no se trata solo de contar algo, ya sabe a lo que me refiero, que esto lo hemos hablado otras veces aquí.

Pero si aún no me he sabido explicar bien, haga este breve ejercicio conmigo:

Primero súmele al motivo dilatorio, a los intervalos paralelos disonantes, al hipofrigio, al stretti, al legato, a la intensidad forte, los arpegios, el pianísimo o a la séptima disminuida, (por escoger unos cuantos de ellos), súmele, decía, otros mil quinientos conceptos musicales similares y que se encuentran repartidos a lo largo y ancho del libro. Puede que incluso me haya quedado corto, no sé. Y todos ellos dotados de su significado, no crea. De su importancia en la narración. Puestos ahí con toda la intención y rigurosidad del mundo para describir la música pero, también, para inventar otra forma de contar una historia. Yo creo que, simplemente por esto, la cosa ya tiene su valor. ¿Que a usted no se lo parece? Pues pregunte si quiere a Teresa Lanero, encargada de la fantástica traducción del libro, y a ver qué opina ella de esto.

En segundo lugar, piense usted en la historia. Y en todos estos tecnicismos maravillosos y totalmente desconocidos para el 97% de la población mundial, apareciendo en mitad de un arrebatador relato, el de la vida de Peter Els, doliente y extravagante compositor de música experimental que abandona todo (y cuando digo todo, es absolutamente todo) por el etéreo (y alucinado) objetivo de componer una música definitivamente nueva, imposible e inexplicable. Una música eterna. Una especie de ópera que trascienda el espacio y el tiempo, que aúne la esencia primigenia de la música misma, de la naturaleza o de la propia vida. La melodía que nos pueda definir para siempre. El sonido que nos pueda explicar en ese maravilloso momento en el que, cuando estemos ya extinguidos, unos amorfos extraterrestres (o quienes vengan a parar por aquí), encuentren y rasquen nuestros huesos carcomidos mientras se escucha en una especie de magnetofón interespacial la música eterna del pasado, del presente y del futuro que fue creada por Els.

Pero, ¿de verdad se puede hacer algo así con siete notas musicales?

Pues para contestar a esta pregunta, vamos a seguir echándole cosas ricas a este brebaje. Y le aviso que ahora hay que ponerle un poco de imaginación. (¡En serio, créame! ¡Ya verá qué delicia de caldito!) Estamos hablando siempre del estrambótico Peter Els, aunque ahora ya convertido en un viejo y pesimista compositor que, derrotado y exiliado de todo, (de los escenarios y de los teatros, de su mujer y, sobre todo, de su amada hija e incluso de sí mismo), encuentra (o mejor dicho, cree encontrar) la respuesta a su Gran Búsqueda Vital y Musical… ¡en la química molecular!

Sí, lo sé, casi le tengo a usted en el bote, ¿verdad? Pero no le voy a contar cómo coño lo va a hacer porque, entre otras cosas, ni yo mismo lo he conseguido entender y, además, el tío Powers se podría enfadar conmigo si voy de soplón.

Sí añadiré, no obstante, (y este es el último ingrediente bomba que encontrará usted en esta particular novela) que a esta trama surrealista de jugar a la química doméstica se le va a unir, como no podía ser de otra forma, otra policial y también tremendamente actual e interesante. Una delgada (y no por ello menos crítica) línea de reflexión sobre la casi siempre ridícula (y seguramente también excesiva) obsesión de las autoridades norteamericanas (y mundiales) por la mal llamada Seguridad Nacional y que es llevada a cabo en forma de persecución implacable de “presuntos (bio) terroristas” (o dicho con más concreción: de pobres anónimos inocentes e ingenuos frikis/conejillos de indias/chivos expiatorios).

Orfeo, de Richard Powers, es una novela en la que se reflexiona constantemente sobre el arte, la música y el amor. Sobre el origen de todas esas cosas y la débil pero intensa relación que se establece entre ellos. Sobre si es posible elegir entre la incertidumbre de la vida artística o creativa, y la seguridad de la vida familiar. Una profunda y erudita narración en torno a la creación artística en general, y la musical en particular. En torno a los mecanismos, las alucinaciones y obsesiones que provocan la misma y también en torno a las otras obsesiones, las de las emociones humanas. Todo ello, bajo el arco de un estilo narrativo único, riquísimo lingüísticamente y lleno de modernidad.

Ahora le toca a usted agitar el envase. Beber a grandes tragos, emborracharse y deleitarse con este jugoso y exótico vino, algo que vendría a ser similar a la sensación de leer un libro sin quedarse dormido, o sin ni recurrir a encender el móvil o la puta televisión (aunque, lamentablemente, haya mucho garrafón literario por ahí suelto). Y yo por eso, insisto. Orfeo, de Richard Powers, es una lectura de primerísimo nivel. Sin duda, uno de los libros del año (una frase que creo haber repetido ya en un par de ocasiones, por lo que debería ser yo el que se emborrachara sin premura).

Orfeo es la nueva y descomunal novela de este interesantísimo escritor estadounidense aquí en España, un autor que ya les puso a muchos lectores la cabeza del revés hace unos cuántos años (sobre todo con una novela, El clamor de los bosques, que fue Premio Pulitzer en 2019), pero que, al parecer, había desaparecido un poco de circulación por estos lares y por fin los amigos de AdN se han preocupado de solucionar el problema.

Powers es, en definitiva, uno de esos autores que de vez en cuando nos muestran con sus libros el camino de la novela del siglo XXI. Esa que a usted y a mí nos gustaría tanto leer, donde el qué se cuenta sea la misma forma de contar, y el cómo se cuenta sea una historia en sí misma. Ni yo mismo sé muy bien qué coño significa eso, pero estoy deseando poder leerlo.

Pero antes de eso, Orfeo.
 

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