Salitre

Reseña del cómic “Salitre”, de José Luis Vidal & Jorge González

salitre

Hay reseñas que son más jodidas que otras. Te sientes incapaz de describir con palabras las sensaciones y el placer que el libro o el cómic de marras te ha proporcionado, de alabar lo putamente bien que se lo han currado. Suelen ser obras que se leen sin reparar en la facilidad con la que se leen, pero que, si te paras a analizarlas, comprendes la gran cantidad de trabajo y esfuerzo que se ha metido en ellas para que, precisamente, parezca que el autor o autores han hecho poquita cosa.

Salitre es una de esas obras. Una que, al igual que El pacto en su día, debería ganar el Premio Nacional del Cómic de este año. Porque tiene todo lo que una nueva (al menos nueva para mí) generación de artistas puede ofrecer: un estilo gráfico impresionante junto con su paleta de colores y una historia en varios tiempos que cuenta el origen y el presente de una familia y de un barrio de Cádiz.

Azul, gris y rojo. Como dice en la contra, son los colores dominantes que marcan las diferentes partes de este cómic. El gris de la dictadura, de la ranciedad, de la España de cura y toros y tradiciones sangrientas y del «tú estudiarás lo que yo diga que para eso soy tu padre». El rojo de la explosión del polvorín, de la muerte, de la ocultación de las cifras de muertos, de la huida en pleno desconcierto a la playa, del no saber lo que está pasando… Y el azul del presente, del cielo limpio, del vestido de Mariló (que es la mujer septuagenaria que nos está contando todo esto en su cuaderno), del mar, de la playa…

Un recorrido por la historia de una familia, con sus complicaciones laborales y sentimentales, con su pasión por la comparsa y el carnaval, sus trapicheos y malas compañías…

Pero insisto en que, aparte de lo bien tramado del argumento, lo que me ha ganado ha sido el apartado ilustración. La composición de página, que no es que sea algo original pero conjuga páginas de seis viñetas, con páginas sencillas y con dobles páginas que son puras láminas enmarcables. La primera parte, la “gris” tiene dibujos casi caricaturescos y como a carboncillo que son una gozada y me encantan. La roja sigue con el carboncillo (o eso creo yo, que en realidad no tengo ni puta idea y los autores se estarán descojonando de mi análisis) y creo que meten algo de ordenador que no desmerece nada. Y por último, la azul, donde se recurre más a la parte digital y a la planicie, sin que reste méritos al conjunto final.

Todo esto conforma una obra que se lee de atrás adelante, porque todos estos recuerdos (y los que no son recuerdos porque cuenta incluso cosas de antes de que ella naciera) nos lo está narrando Mariló, que añora a su fallecido hijo, que triunfó en el mundillo de las comparsas y a quien intenta emular otro de sus hijos sin demasiado éxito, mientras el otro, más pequeño, inicia su particular camino a la perdición.

Salitre es una obra redonda en todos los putos sentidos, que merece todos mis respetos y que será un imprescindible de este 2023. Sino, tiempo al tiempo.

Deja un comentario