Seda, de Alessandro Baricco
Para proveerse de los huevos de seda, el protagonista normalmente viaja cada temporada durante varios meses por Europa. Hasta el año en que una enfermedad afecta a la mayor parte de la cría, hecho que lo obliga a buscar otras alternativas. Siguiendo los sabios consejos de Baldabiou, el protagonista parte a Japón, un lugar del que pocos habían escuchado hablar y al que éstos llaman “El fin del mundo”. Una vez en la isla, después de un largo viaje, Hervé compra, de contrabando, todos los huevos que le permitirán, a él y a todo su pueblo, pasar la temporada sin problemas.Pero su experiencia en Japón no se reduce a eso. Es allí donde Hervé la conoce, a la única mujer cuyos “ojos no tenían sesgo oriental, y su rostro era el rostro de una muchacha joven”. Es allí donde Hervé, aún felizmente casado con Hélène, se enamora, sin querer y hasta casi inconscientemente, de esa joven con la que jamás llega a cruzar una palabra.¿Ganas de saber más? Claro, y eso que el argumento pudiera parecer que no está demasiado trabajado. Igual que sus personajes, a los que Baricco apenas describe (como casi nada en la narración), y que en realidad poco importa porque se intuyen perfectamente gracias a sus acciones y actitud. Y es que todos, exceptuando quizá a la mujer “cuyos ojos no tenían sesgo oriental, y su rostro era el rostro de una muchacha joven”, todos los personajes, digo, simpatizan de algún modo con el lector, haciéndolos creíbles en la inverosimilitud en que está sumergida la obra.Porque sí, la historia, tal y como está contada, es del todo inverosímil. Pero no importa: como decía antes, más que una historia, es como un cuento de niños (pasando por alto el erotismo que hay entre sus páginas), como la típica leyenda de dudosa credibilidad y que nadie cuestiona porque la ficción es, en cierto modo, el sustento de todo lo demás, de todo lo que realmente importa.
Y en estas páginas lo verdaderamente relevante son, vuelvo a ellos, los sentimientos. Unos sentimientos que en su mayoría son mostrados y no dichos, y que nos revelan, a nosotros lectores, además del significado de la amistad, una bonita historia de amor que no es la que esperábamos o buscábamos y que nos deja, casi literalmente, con la boca abierta.
Sin embargo, lo más sorprendente de esta obra es la manera en que se nos ofrece tanto con tan poco, el modo aparentemente simple en que Alessandro Baricco nos regala un par de horas tan placenteras repletas de vida y color.
Os dejo, si me lo permitís, con la presentación que el propio autor hace de Seda:
“Ésta no es una novela. Ni siquiera es un cuento. Ésta es una historia. Empieza con un hombre que atraviesa el mundo, y acaba con un lago que permanece inmóvil, en una jornada de viento. El hombre se llama Hervé Joncour. El lago, no se sabe. Se podría decir que es una historia de amor. Pero si solamente fuera eso, no habría valido la pena contarla. En ella están entremezclados deseos, y dolores, que se saben muy bien qué son, pero que no tienen un nombre exacto que los designe…”
Judit Rodríguez ( judit@librosyliteratura.es )
Así de entrada me parece la clasica novela romantica, que no son precisamente mis preferidas, por lo que no me parece una libro interesante.
Me ha gustado mucho la reseña y me alegro de que hayas disfrutado con el libro. Lo leí el año pasado y me gustó mucho, es una pequeña joya, corto pero muy intenso y es cierto que deja mucha huella. Saludos.
Cuéntate la vida http://cuentatelavida.blogspot.com
Bueno, Pepe, es cierto que a través del cúmulo de sentimientos la novela desprende un cierto romanticismo. Pero en mi opinión el conjunto va más allá del amor que pueda haber entre una pareja. Quizá deberías probar a leerlo, es posible que te sorprenda 😉
Goizeder: ¿para qué más páginas? Ya es perfecto tal cual, ¿verdad? Si uno sabe, para contar una gran historia son suficientes unas cuantas páginas. Este libro es un buen ejemplo.
¡Un saludo y gracias a los dos por vuestros comentarios!
Seda es también para mí uno de esos libros que mantengo vivos en la memoria, de los que siempre recuerdo cuándo y cómo los leí por primera vez. Muchas veces me he preguntado el porqué, al fin y al cabo es más un ejercicio de estilo que una historia verdaderamente profunda… pero posee esa magia tan difícil de encontrar que su lectura siempre me produce un pequeño arrebato, como si volviera a la infancia para dejarme sobrecoger por cualquier cuento de hadas.
Judit: leí este libro la semana pasada y sin dudas, nada podría definirlo mejor que el inicio de tu reseña: no es un libro que deje opiniones, sino sensaciones. Tal cual. Y además, olores, sabores, imágenes… ¿o no viste los pájaros volando al salir de su gran jaula? ¡Qué libro! nos demuestra que para contar hay que saber contar, y no llenar 800 páginas de un libro…
Sigo leyendo tus reseñas; ¡saludos!
Desde luego que vi los pájaros, Roberto. También estuve sentada a la mesa mientras la mujer oriental nos servía el té, y escuché (mejor que Hervé, incluso) la traducción de la carta en boca de aquella otra mujer, y lloré por el chiquillo. Y tanto, tanto. Me reafirmo, un libro de sensaciones y, ahora, de recuerdos, también. Un cuento de hadas, como dice Iván, corto e intenso.
La traducción de la carta, de la segunda, es muyyy erótica, pero sobre todo tan bien escrita… a mí me latió fuerte el cuore.
Y lo del chiquito… dos líneas alcanzaron para escribir una crueldad que llega muy dentro… ¡Vivan los libros!
Saludos.
Vaya que sí, Roberto, vaya que sí…