Todos nuestros ayeres

Reseña del libro “Todos nuestros ayeres”, de Natalia Ginzburg

Todos nuestros ayeres

En Todos nuestros ayeres, la escritora italiana Natalia Ginzburg nos transporta a una ciudad del norte de Italia a las puertas del estallido de la Segunda Guerra Mundial y nos narra la historia de un grupo de jóvenes integrados especialmente por Anna, la niña perezosa y decaída que acompañaremos a lo largo de toda la historia, sus peculiares hermanos y los vecinos de la casa de enfrente. Pero también es la historia de otros personajes que participan en la vida de los muchachos y que se convierten igualmente inolvidables. Una novela en la que como en la vida misma, no sucede nada más allá que la propia vida.

Cuando empezó el año me prometí a mí misma que no pasaría de 2023 sin leer a Natalia Ginzburg. Es una autora que “me persigue”, la encuentro continuamente, sus libros me llaman mucho la atención pero por un motivo u otro, sentía que no era el momento, que no sabía por donde empezar a conocer su obra (es de estas autoras de las que lo quiero leer prácticamente todo). Así que cuando Lumen reeditó Todos nuestros ayeres en esta fantástica edición, supe que era el momento propicio.

Por otro lado, reconozco que he tardado bastante en leerla. Se me intercalaban otras lecturas, me encontraba dispersa y me estaba resultando algo difícil avanzar. No obstante, este libro seguía en mi mente, como su autora, me perseguía y su fantasma me cautivaba.

Nos encontramos ante una novela coral. Aunque la protagonista sea Anna, la misma está rodeada de personajes pintorescos y estrafalarios que conforman este entramado. Sus hermanos Ippolito y Giustino, su hermana Concettina obsesionada por obtener la mirada masculina, la señora María, quien se encarga de cuidarlos una vez fallece el padre de estos al inicio de la novela, el vecino Giuma, su hermano Emmanuele, quien lucha contra el fascismo juntos a los hermanos de Anna, Cenzo Rena, antiguo amigo del padre de Anna y futuro marido de esta… Todos me han parecido una delicia. Increíblemente bien pincelados, en pocas líneas queda claro la personalidad de cada uno de ellos. A través de sus vidas, Natalia Ginzburg nos presenta la Segunda Guerra Mundial en Italia: el fascismo, el miedo, el hambre, la incertidumbre, las llamadas a filas de los muchachos, la vida en el campo, la supervivencia, así como la desidia o desgana con la que Anna se enfrenta a su vida, una vida que en ocasiones siente que no le pertenece. Así se plasma en el siguiente fragmento:

Estaba sola, estaba sola y nadie le decía nada, estaba sola en su cuarto con el vestido manchado de hierba y arrugado y las manos temblorosas.

Algo que me ha sorprendido es la prosa de la autora. Presenta los hechos sin florituras, con un tono incluso inocente. Irónico. De resignación, parece que Ginzburg nos diga: “la vida es así y así os la debo presentar.”

En definitiva, me ha encantado. Os lo recomiendo encarecidamente, si os gustan las novelas familiares no dudéis en leerla, contiene personajes inolvidables y un retrato fiel de la Italia durante la Segunda Guerra Mundial, lo cual siempre resulta irresistible.

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