Fraudebook, de Vicente Serrano Marín

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¿Has pensado alguna vez en lo que las redes sociales hacen con tu vida? Si la respuesta es afirmativa, enhorabuena, estás a punto de leer algo que te interesa. Si la respuesta, por el contrario, es negativa, creo que lo que estás a punto de leer no te va a gustar. Es muy posible que cada uno de nosotros no se haya planteado nunca qué es lo que se encuentra detrás de nuestros “me gusta” o de esa adicción por compartir cada uno de nuestros contenidos en un concepto como el de las redes sociales que, surgidas hace muy pocos años, revolucionaron la forma de comunicarnos entre nosotros. Fraudebook nos enlaza a entender muchas de estas cuestiones usando como base de su planteamiento eso mismo: lo que las redes sociales han hecho con nuestra vida – y siguen haciendo sin que hagamos nada por evitarlo -. Cuestiones vitales, preguntas que se remontan a las primeras generaciones del hombre, y debates que se llevan alargando hasta el infinito pero que contienen en su esencia cómo funcionamos y qué estamos dispuestos a dejarnos quitar por que alguien, un ser imaginario, sea capaz de compartir lo que nosotros hemos escrito, pensado, analizado o, simplemente, imaginado. Pero, ¿y si no fuera otra cosa que una pérdida de libertad y no un aumento de la comunicación entre personas lo que está en juego? ¿Qué sucedería si, de tanto crear contenido, nos estuviéramos convirtiendo en meros trabajadores trabajando gratis para alguien que nos mueve a su antojo? Pensadlo, y después seguiremos con el debate.

Un ensayo, como género, debe comprometer al lector. No se me ocurre otra forma de decirlo. No he creído nunca en ese tipo de libros que, contándonos la realidad, o al menos el estudio de la realidad, deja al lector con una indiferencia que desgaste la experiencia. Vicente Serrano Marín acierta a la hora de no establecer como dogma de fe lo que nos cuenta, sino que pone las cartas sobre la mesa y será el lector el que decida, en posteriores acercamientos a los conceptos que nos enseña, qué es lo que el libro le ha provocado en su vida diaria. No olvidemos que, como bien dice Fraudebook, estamos ante un elemento – la red social, y más concretamente Facebook – que reúne a tal cantidad de millones de personas, un número mayor que el que puede congregar cualquier religión en el mundo. Y eso es para replantearse, ya desde el inicio, infinidad de cosas. Pero hay que explicar algo de este libro, algo que me parece importante a la hora de ponerse a pasar sus páginas: no se habla exclusivamente de redes sociales sino que los conceptos de filosofía que aparecen reflejados en él son una constante que, quizás, para alguien que no sea un entendido en la materia o no tenga las ideas claras, puede resultar confuso. No he dicho complicado, debe quedar claro, simplemente se trata de mostrar las luces y sombras de una obra que reviste verdad, pero que puede que en ocasiones no sepa contactar adecuadamente con el público al que, presumiblemente, se quiere acercar.

Las redes sociales se han convertido, hoy en día, en el mayor elemento integrador de personas que existe. Creo que nadie puede discutir que, en el momento actual en el que vivimos, estar metido en una red social termina por definir nuestras relaciones con aquellos que nos rodean – ya sean amigos, pareja, familia, y un largo etcétera -. Fraudebook pone de manifiesto todo esto y lo relaciona con aspectos básicos del comportamiento humano, pero no sólo eso, sino que además lo entronca con la libertad analizando, por ejemplo, cómo un concepto como el de “biografía” que todos observamos en nuestros recuadros de la citada red social, ha sido desvirtuado y contiene en su planteamiento, una idea mucho más “peligrosa” de lo que nos pensamos. Vicente Serrano Marín construye y destruye ciertos mitos, y consigue lo que ya decía al principio de esta reseña: comprometer al lector. Porque una vez leído se impone un segundo análisis, no de la obra – que también podría darse – sino de nosotros mismos. Una especie de lavado de estómago en el que después de tantos “me gusta”, “likes”, “retweets” o comentarios en público y privado, es muy posible que veamos que las entrañas de cada uno de nosotros no estén tan limpias como nosotros creíamos.

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