La Patrulla Condenada: Camino al paraíso, de Grant Morrison

la patrulla condenada camino al paraísoEn La Patrulla Condenada: Desde las cenizas Grant Morrison nos presentó a un grupo de marginados sociales con diferentes minusvalías. Eran estos supuestos defectos físicos o psíquicos lo que les otorgaba cierta ventaja para enfrentarse a situaciones enfermizas que escapaban de toda lógica. La resiliencia de estos seres especiales (ya que denominarlos superhéroes no los define del todo) es quizá el mayor de los poderes de los que disponen. Aceptarte tal y como eres te hará más fuerte. Una vez asumido este axioma que Grant Morrison nos planteaba en el primer cómic, parece mucho más fácil zambullirse en la demencia de La Patrulla Condenada: Camino al paraíso. Parece, pero no lo es.

Este segundo volumen de La Patrulla Condenada empieza justo donde terminó el primero: Crazy Jane ha caído en una especie de coma profundo que la ha llevado a replegarse en su propia mente. Una mente compleja y peligrosa que se muestra como una red de metro con un entramado de líneas que se interconectan con cada una de las personalidades de Jane. Para salvarla de sí misma, Cliff Steele, conocido también como Robotman, viajará hasta el plano mental de su compañera. Es en esta aventura, sobre todo en sus primeras páginas, donde queda marcado el tono de la primera parte de este volumen. Rostros desencajados, lugares tétricos y situaciones espeluznantes que ponen los pelos de punta. Un preámbulo de lo que más adelante nos espera. Un descenso a los infiernos para atisbar la mente de una persona que sufre de personalidad múltiple. Al igual que Robotman, pasaremos de la sensación de vivir un sinsentido a medrar en una pesadilla para, finalmente, descubrir el origen de tanto dolor y sentir impotencia, rabia y tristeza.

Grant Morrison y Richard Case conjugan talentos para convertir lo que podría haber sido un cómic más de pijameo, en una amalgama de aventuras difíciles de encasillar en un solo género. Si el inicio tenía mucho de terror psicológico, la aparición de una secta que intenta invocar a una entidad denominada el Decreador (antagonista del Creador) nos precipita hacia el terror cósmico a lo H.P. Lovecraft. Hace acto de aparición Willoughby Kipling, investigador de todo lo que es extraño y raro. En un primer momento Grant Morrison quiso contar con el detective nigromante de lo oculto John Constantine para que les echara un cable a La Patrulla, pero la política de DC de no mezclar personajes de la línea Vértigo con el resto del universo DC lo obligó a crear su propia versión. Viste gabardina, fuma como una chimenea y el cinismo es su religión. John Constantine pero sin ser John Constantine. Este personaje servirá al lector de catalizador para tratar de poner algo de orden en el caos que se irá gestando en lugares como el Parc Güell o la Sagrada Familia. La influencia de Salvador Dalí a estas alturas marca deliberadamente el estilo de Richard Case y nos brinda unos diseños de monstruos y personajes que hubieran encajado como anillo al dedo en cualquier obra del pintor natural de Figueres.

Grant Morrison es el rey de lo estrambótico, de la metaficción, de la lógica que se esfuma cuando parece que estás a punto de alcanzarla, pero, que nos hable con un lenguaje complejo no significa que no diga nada. Un ejemplo de ello se lleva a cabo casi a la mitad de este volumen de La Patrulla Condenada. Danny La Calle es probablemente el personaje más extraño, impreciso, metafórico, con más simbolismo y mejor utilizado para un fin. Danny es una calle. Danny tiene tiendas, cines, teatros, cafeterías y todo lo que una calle puede tener. Danny es una calle travesti. Es una calle que no se avergüenza de lo que es. Es una calle que también es un refugio de todos aquellos que son repudiados por la sociedad por no encajar con la palabra normal. Danny es una oda a lo extraño, a lo que no encaja en un mundo que algunos se encargan de encorsetar en un patrón de normas añejas y obsoletas. Personas como el Sr. Jones, líder de los hombres de N.A.D.I.E. Un tipo normal con una familia normal. Un tipo normal que hace cosas de hombre normal. Un tipo normal que no mueve un dedo por ayudar a su mujer en las tareas de casa. Un tipo normal que golpea a su mujer cuando ella protesta. Un tipo normal que está obsesionado con atrapar a Danny. Los integrantes de la Patrulla Condenada, simplemente quedarán atrapados en medio de esta guerra. No resulta difícil imaginar de qué lado decidirán luchar.

La Patrulla Condenada: Camino al paraíso (Ecc) se muestra mucho más surrealista y compleja (en personajes, en tramas, en géneros) que el primer tomo. Su saturación de filosofía, su lógica dentro de la incoherencia, su forma de encajar la cultura pop en la trama y esos toques de humor en medio de tanta locura y terror la convierten en una obra inclasificable.

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