Masacre: El bueno, el feo y el malo, de VV. AA.

masacre el bueno el feo y el maloSon tiempos de Covid-19.

Son tiempos de quedarse en casa.

Son tiempos complicados en los que un virus nos ha mostrado que el ser humano no es el rey del mambo. Y las cuatro paredes en las que nos hallamos recluidos se tornan angostas en este día de la marmota infinito.

Pero hay que seguir. Aunque leer sea una tarea complicada. Difícil sumergirse en esos mundos que ahora parecen oasis inalcanzables en un vasto desierto de preocupaciones e incertidumbres

Hay que seguir aferrándose a algo.

En mi caso el humor siempre ha sido el medio para reciclar malos pensamientos; convertir la basura en algo de provecho. Así que, con esta premisa, tenía dos opciones: echarme unas risas mientras escuchaba al mamacallos de Donald Trump aconsejar a los estadounidenses hacerse un gin tonic con lejía, o leer las aventuras de alguien mucho más sensato, espabilado y diría que hasta más guapo. Llamadlo el Mercenario Bocazas… el Degenerado Regenerante… Llamadlo… Masacre.

Masacre: el bueno, el feo y el malo empieza como un curioso ejercicio de retrocontinuidad en el que descubriremos que nuestro bocazas preferido formó parte de Los héroes de alquiler. Las aventuras clásicas de Power Man y Puño de Hierro, de autores como Mary Jo Duffy o Trevor Von Eeden, que todavía consiguen transportarnos al Nueva York de los setenta, ahora vuelven con un tipo que lleva un pelucón a lo afro por encima del disfraz. A eso añadidle pinta de chulo putas y ganas de hacerse notar. Como es evidente, para Los héroes de alquiler la intervención de Masacre para acabar con el maloso de turno será más una molestia que una ayuda. Color a base de puntitos, jerga de la época y un narrador (narrando absurdas obviedades como antaño) es lo que nos ofrece la historia guionizada por Brian Posehn y Gerry Duggan y dibujada por Scott Koblish. Veinte páginas repletas de humor cafre (la tía May rociando con gas pimienta a Masacre o este decidiendo atravesar puertas en vez de abrirlas porque sí, son un ejemplo) que además de ofrecer unas risas sanas también conciben una escena (en principio muy chorra) que será clave para el ciclo argumental de cinco números que da nombre al cómic.

A Masacre le han estado robando órganos. Pierde la consciencia y cuando despierta… ¡Zas! Le han quitado un riñón, o un pedazo de pulmón o el bazo. ¿Quién coño querría el bazo? Para él no es problema porque luego se regenera, pero es molesto de cojones. Así que decide investigar. Un asunto que, gracias a nuestro querido Masacre, acabará salpicando al Capitán América y a Lobezno. El triunvirato se verá inmerso en una conspiración tramada por Corea del Norte. El lector regresará, mediante los agrios recuerdos de Lobezno, a una obra tan icónica como lo fue Arma X. Una aventura sorprendentemente seria, dramática en algunos momentos (la fosa común y un Masacre como nunca nos lo hubiéramos imaginado) y con la fuerza de la épica en imágenes en las que no se da ni un solo puñetazo.

A los lápices encontramos al dibujante de origen irlandés Declan Shalvey. Su visión del cómic de superhéroes se aleja de lo que pudimos ver en Cable y Masacre de Fabian Nicieza. Los protagonistas están fuertes, fibrados, pero no son moles de músculos. El Wade Wilson de Shalvey no es un tipo repleto de pústulas, es más bien algo cercano a un muerto viviente a medio pudrir. Más aterrador que divertido. El tono en general es de cómic independiente y le sienta fenomenal. A esto hay que añadir el color de Jordie Bellaire. La colorista muestra de lo que es capaz cuando utiliza de forma magistral solo unos pocos tonos para llevarnos a los recuerdos de algunos personajes.

Para finalizar, el tomo incluye dos anuales. El primero une a Masacre con otro descerebrado de su altura: el Capitán Loco. Una aventura que nos lleva al reino de lo absurdo y en el que lo más reseñable es el bailecito que se pegan (muy agarrados, arrimando cebolleta) Power Man y Thor. El otro anual es un especial de los Thunderbolts. Masacre forma equipo junto a Hulk Rojo, Elektra, Veneno, Líder Rojo y el Castigador para luchar contra un Doctor Extraño que se ha vuelto tarumba y ahora le ha dado por ir en calzoncillos mientras lanza hechizos a tutiplén. Evan Shaner y Matteo Lolli, respectivamente, son los encargados de dibujar estas dos divertidas y olvidables aventuras. Un dibujo decente, tirando a corriente.

Masacre: el bueno, el feo y el malo, publicado por Panini Cómics, cumple con lo que esperas de un cómic de masacre: un poquito de destripamiento y mucho cachondeo. Sorprende la saga central “El bueno, el feo y el malo” al alejarse de lo establecido y ofrecer una historia más seria, dramática y dura.

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