¡Para ti, que eras joven!

Reseña del cómic “¡Para ti, que eras joven!, de Albert Monteys y Manel Fontdevila

para ti que eras joven

La nostalgia es muy mala. La nostalgia es la prueba empírica de lo maleable que son los recuerdos, de que idealizamos épocas que luego tampoco fueron la monda. Mirad sino a los franquistas. La nostalgia me llevó hace unos pocos años a ver de nuevo la película de Los Cazafantasmas. La primera, la original, porque mi pareja no la había visto y claro, qué cómo es posible, que te estás perdiendo un clasicazo. Y entonces aparece Peter Venkam. Todos queríamos ser él, ¿a qué sí?, con la escena mítica de la terapia de electroshock. Ja,ja,ja, ya verás qué gracia. Y entonces descubrí que el chiste era rancio y misógino y que Venkman era un puto baboso. Bajonazo total. Con todo, Los Cazafantasmas siguen molando. Hay momentos que son puro cine. Y bueno, hay otros que son como esa pera que ha recibido un golpe y se va pudriendo desde dentro y cuando vas a comértela descubres que la pobre fruta pide tierra. Todo este muermo que os he soltado es para deciros que el cómic del que hoy os voy a hablar también tiene su componente de nostalgia y también ha envejecido (le han salido arrugas, pelos en las orejas y varices a mansalva) pero tras leerlo he descubierto que ¡Para ti, que eras joven! es una evidencia notoria de la evolución del humor, de chistes que ya no encuentran un encaje en la sociedad porque la sociedad ha evolucionado y de burradas que a día de hoy todavía funcionan y te hacen pensar: ¡Qué cabrones!

Lo primero es lo primero: La edición, a cargo de ¡Caramba! (sello editorial encargado del humor en Astiberri), de ¡Para ti, que eras joven! es cosa fina. La imitación de carpeta académica y aburrida color azul eléctrico que has tuneado para no parecer un pringado es soberbia. Pero diría que el detalle que le da caché a la edición es el gramaje de las páginas. Una nimiedad en la que casi nunca pensamos hasta que empiezas a descubrir que antes de pasar las páginas ya puedes ver de qué forma la va a diñar ese personaje que tanto te gustaba. Antes de seguir a salto de mata, de adentrarme más en las entrañas del cómic, cabe hablar de ese prólogo que Albert Monteys y Manel Fontdevila han realizado para la ocasión. En él los autores nos hablan de esos 25 añazos trabajando en la serie ¡Para ti que eres joven! Dos páginas que aparecían en la revista semanal y de humor (tú antes molabas más) El Jueves y que en teoría trataban de todas esas mierdas que tenían que ver con los jóvenes pero que al final eran pajas mentales de cuidado que profundizaban lo justo y necesario para que nos echáramos unas risas. En el mencionado prólogo hay además un pequeño disclaimer que enfatiza, y que es un ejemplo para todo tipo de publicaciones, sobre la necesidad de enseñar y dar explicaciones mediante el contexto de una época. Una opción siempre preferible a la censura. Los autores son conscientes de que a algunos de sus chistes les ha salido un poquito de caspa. Pero oye, aquí el que escribe puede asegurar que los chistes escatológicos siguen estando a la orden del día.

¡Para ti, que eras joven! reúne 200 páginas que nunca antes, jamás de los jamases, aparecieron en un recopilatorio. Y en él vais a encontrar cosas muy locas, una mezcolanza de temas y asuntos que te harán pensar en más de una vez en si los autores eran unos genios o estaban como una puta cabra. Lo mismo te hablan de adicciones (sí, pajas y videojuegos incluidos, of course) que diseccionan a hachazos los cómics de Mortadelo y Filemón (ojo a la versión hard boiled. ¡Yo compro!). Satirizan sobre los gastos necesarios para malvivir en la sociedad (con la vivienda como protagonista y el ocio como guest star) y reinventan algunos cuentos populares (para mejor, sin duda). Exponen los peligros y andanzas de ser un yotuber (ojalá el Rubius hubiera leído esto y se hubiera dedicado a otra cosa) y nos muestran todos esos superhéroes que no sabías que necesitabas. Viñetas y más viñetas repletas de humor. Humor en ocasiones grueso y escatológico. En otros la sátira más ácida hace acto de presencia. Un humor que pretendía, y todavía pretende, mostrar todos los asuntos e inquietudes que gravitaban alrededor de los jóvenes, pero que al final acaba mostrando un batiburrillo de temas random que pueden afectar a cualquiera (seas joven o un poco menos joven) y que sin duda, a día de hoy, todavía tienen su chispa. Solamente puedo añadir: ¡Viva y Bravo!

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