Desayuno en Tiffany’s, Truman Capote

Desayuno en Tiffany'sParece mentira esto que voy a decir, pero tengo que ser sincera: nunca había leído Desayuno en Tiffany’s. Vale, a lo mejor no os parece tan grave. Será por libros, ¿no? Pero si os digo que Truman Capote me parece un maravilloso escritor y que a A sangre fría es una de mis novelas preferidas quizá lo entendáis. Si además os digo que Desayuno con diamantes es también una de mis pelis favoritas, ya podéis entender plenamente el alcance de mi confesión. No sé por qué nunca había encontrado el momento para leerlo. Pero, afortunadamente, ahora que la editorial Libros del zorro rojo ha publicado una edición ilustrada (y a mí me gustan más los libros ilustrados que a un tonto un lápiz) he pensado que este era el momento. Los libros vienen cuando tienen que venir, no es cuestión de forzar la magia.

Leí Desayuno en Tiffany’s anoche. Son apenas cien páginas y, gracias a la prosa de Capote, la lectura es realmente ágil y sencilla. Así que al meterme en la cama comencé a leerlo y ya no pude parar hasta que lo terminé. A todos nos ha pasado, ¿verdad? “Sólo un capítulo más.” Y de repente te das cuenta de que estás en la última página. Eran las dos y pico de la madrugada cuando me ocurrió eso mismo, menos mal que al día siguiente era domingo y no tenía que trabajar porque tendría que haber lucido, una vez más, las famosas ojeras de lector.

El libro me ha requeteencantado, pero eso ya lo sabía yo. Cómo no iba a gustarme si Truman Capote es un genio, si ya he disfrutado anteriormente de su talento como una enana y además, tenía el referente de la película de Blake Edwards. Era obvio, esto no podía salir mal.

Esta edición es especial porque cuenta con las ilustraciones de la canadiense Karen Klassen. Unas ilustraciones muy vintages, muy coloristas y originales. En sus dibujos se nota que también ha trabajado en el mundo de la moda.

Lo primero que me llamó la atención fue la portada, en la que aparece una joven Holly Golightly con su típico vestido negro, sus guantes, sus perlas y su cigarrillo. Pero, esta Holly tiene el pelo corto y rubio. Claro, todos tenemos en la cabeza a la preciosa Audrey Hepburn interpretando este papel y de rubia no tiene nada. Pero sí, según Capote, la Holly original llevaba el pelo cortado como un niño y teñido de varias tonalidades de rubio. De hecho, Truman Capote tenía en mente a Marilyn Monroe mientras escribía este personaje. En un principio iba a ser ella quien diera vida a Holly, pero su profesor de teatro le recomendó que no lo aceptase, pues no le daría buena fama interpretar a una acompañante. Así que, finalmente, el mítico papel se lo llevó la Hepburn. Esto explica las diferencias que he encontrado entre el libro y la película, empezando por el color de pelo de la protagonista. La Holly del libro es más chabacana y menos refinada. Audrey Hepburn, en Desayuno con diamantes, es pura elegancia. No sólo por su forma de vestir, sino por sus modales, su forma de hablar y su saber estar. Lo cual no quita para que el personaje siga siendo el de una jovencita bastante descarada  y en mi opinión brillantemente interpretado. No son solo éstas las diferencias. La historia en sí, difiere entre el libro y la película. También la historia final del gato al que Holly pertenece es diferente. Hay personajes que en la película no aparecen y sucesos que nunca se filmaron. Pero la esencia de Desayuno en Tiffany’s está en la película, ese aura elegante que sólo Capote pudo inventar.

Ahora, además de que la película siga siendo una de mis preferidas, también lo será el libro. Truman Capote escribe como los dioses, si se me permite la comparación divina. Yo de mayor quiero ser como él.

3 comentarios en «Desayuno en Tiffany’s, Truman Capote»

    • Estaría bien que citaras tus fuentes, Écfrasis, porque haciendo una búsqueda rápida en Internet hay decenas de medios que dicen que Capote quería que fuera Marilyn Monroe quien interpretase el papel de Holly… Yo no sé en quién pensaba mientras escribía el libro, pero sí tenía claro que Marilyn era la que mejor representaba al personaje.

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