Bad weekend

Reseña del cómic “Bad weekend”, de Ed Brubaker y Sean Phillips

bad weekend


¿Quién iba a imaginar que el mundo del cómic escondía semejante cantidad de trapos sucios? Ladrones de tiras, timadores, falsificaciones de originales firmados por sus propios autores, cuchilladas traperas, envidias, secretos,… Asesinatos… Vaya, como en todas partes, la verdad. La vida es una puta jungla hablemos de la industria que hablemos, pisemos el campo que pisemos y nos movamos donde nos movamos. Si quieres medrar o simplemente sobrevivir, o te mueves o te comen.

No he leído Criminal, la serie de cómics que tanta admiración despierta entre los amantes del género negro, pero sí leí hace un par de años Mis héroes siempre han sido yonquis. Saco esto a colación porque a Brubaker y a Phillips les gusta coger algún personaje (supongo que secundario pero puede que me equivoque) de los que comparten el mismo mundo que en Criminal y darles una pequeña historia. No en vano el subtítulo de este Bad Weekend es “una historia de Criminal”.

No hace falta en absoluto haber leído nada del material mencionado ya tres veces en el párrafo anterior para disfrutar de este breve pero intenso y más que atractivo cómic. Puedes acudir virgen a esta lectura y entenderás todo sin necesidad de preguntar a nadie. ¿Ni a Google siquiera? Ni a Google siquiera.

Además es un tebeo del que los más frikis sacarán tajada pues, por lo visto, mezcla anécdotas reales y de dominio público con hechos ficticios, historias alteradas pero reconocibles para los metidos en el mundillo y referencias más claras para aquellos que simplemente son aficionados al noveno arte.
Mediante cartelas, a modo de la típica voz en off de las películas del género, Jacob va a contarnos su historia. La historia de un fin de semana de 1997 que le ha tocado vivir, y del favor que se compromete a realizar al acceder a hacer de niñera del mítico Hal Crane durante la celebración del Festival del Cómic durante el cual este va a recibir un premio por toda su carrera.

A Jacob no le hace ni puta gracia pues conoce de sobra a Hal. De hecho trabajó como ayudante suyo y no acabó muy bien la relación con él (como tampoco lo hizo con el resto de ayudantes). Lo más raro es que ha sido el propio Hal el que ha pedido a la organización que fuera Jacob quien se ocupara de su “agenda”. Pese a todo, Jacob accede porque, para su desgracia, es su mayor admirador. ¿Cómo no serlo de alguien que “podría entintar una página con un cepillo de dientes o un palo roto y seguiría siendo perfecta”?

Cuando Jacob recoge a Hal se da cuenta de que a este el festival se la suda mucho y que tiene cosas más importantes rondándole su vieja cabeza.

Ahí están los mimbres, bien dispuestos. Lo que sucede después no es que sea una cosa de ¡oh, oooooh! ni de tirar cohetes, pero desde luego es inesperado y fluye con un ritmo endiablado. Es negro en el más puro sentido de la definición del género: tenemos un personaje (o dos) en horas bajas, tenemos violencia y no hay blancos o negros sino una escala de grises muy rica y variada.
Mola el contraste entre la diversión que gente como Hal proporcionaba con sus viñetas y la vida torturada que este llevaba, así como el profundo poso de amargura, nostalgia o tristeza que Hal se encarga de hacer patente varias veces (“los cómics llevan muriéndose desde 1954…”) al hablar de la industria comiquera, y a la vez ser capaz de animar a Jacob a no rendirse y seguir dibujando.
 
Mola el ambiente que se ha reflejado de las Comic-Con con la gente disfrazada pululando por los pasillos entre stand y stand, los fans a la caza de firmas (algunos para revenderlos posteriormente) y en general la atmósfera que se palpa y respira en estos recintos (y no me refiero al sudor que se acumula sobre sudor ya reseco).

Mola el ritmo de la narración, tan pausado, tan de inocularte esa sensación de “hey, ojo, que algo se está cociendo y puede saltar por los aires”, sin dejar de ser en ningún momento trepidante.

Y molan las personalidades tan contrapuestas del maestro y el aprendiz, la trama y la ambientación, el dibujo de trazo limpio y pincelada sucia y el color…

Bad Weekend es un tebeo que, anecdóticamente, desvela ciertos entresijos de la industria con guiños a los más fanáticos del medio, que cuenta con maestría una trama original que, si nos paramos a pensarlo, fácilmente puede haber ocurrido (una o más veces) o que ocurrirá (una o más veces) con variaciones, y que proporciona unos buenos momentos de lectura y distracción. Y eso es justo lo que andaba buscando.

¡Viva lo negro! ¡Viva lo Criminal!

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