Las barbas del profeta, de Eduardo Mendoza

Las barbas de profetaCuando leí La ciudad de los prodigios, decidí que quería tener en mi biblioteca todo lo que hubiera escrito Eduardo Mendoza, algo que solo he sentido con José Saramago y Gabriel García Márquez. Pero, tras varios libros, llegó a mis manos El asombroso viaje de Pomponio Flato y se me pasó ese entusiasmo. Es uno de los libros que más me han defraudado, precisamente porque ya había erigido a Mendoza a mi reducido altar literario. Tras unos años de distanciamiento, me he reencontrado con él en Las barbas del profeta, un libro en el que no inventa las historias, sino que reflexiona sobre algunas que han marcado su infancia y la historia de la humanidad.

Las barbas del profeta es una especie de ensayo donde Eduardo Mendoza combina dos temas en los que lleva trabajando años: la Biblia y las primeras lecturas que marcan la vocación de un escritor. Para que nadie se lleve una sorpresa, lo primero que quiero dejar claro es que Mendoza no aborda la Biblia como texto religioso, ya que él no es creyente, sino como la primera obra literaria que lo impactó. Se acerca a estas historias con respeto, como resalta desde el principio, pero no por ello deja fuera su característico humor, que ameniza cualquier explicación.

Eduardo Mendoza no recurre a la Biblia en sí, sino a la asignatura de Historia Sagrada que estudió en el colegio y que recogía los pasajes más relevantes del Antiguo y Nuevo Testamento. No hay que olvidar que, en aquella época, el recuerdo de la guerra civil española aún estaba reciente ni que los pasajes que ensalzaban al pueblo de Israel chocaban con el antisemitismo imperante, aspectos que influyeron en la forma que esas historias se grabaron en su memoria.

En Las barbas del profeta, dedica un capítulo a su particular selección de pasajes. Los relata a su manera, tal y como él los interiorizó de niño, a la vez que reflexiona sobre qué es lo que se denomina ficción, cómo funciona en nuestra mente (sobre todo en una mente infantil) y por qué un lector de cualquier época o cultura está dispuesto a suspender el juicio y dejarse llevar por esas historias primigenias.

Adán y Eva, Caín y Abel, el arca de Noé, Moisés y los Diez Mandamientos, la Torre de Babel, la melena de Sansón o David y Goliat son algunos ejemplos de las historias que rememora. Grandes mitos que persisten en nuestra tradición cultural y que, a poco que nos fijemos, reconoceremos en las novelas, películas y series contemporáneas. A fin de cuentas, la Biblia es el origen de lo que ya se han convertido en clichés literarios: el niño pobre que resulta ser de noble cuna, las crónicas de venganza y perdón, la mujer fatal o la ineptitud de los malos.

Puede que Eduardo Mendoza ya haya escrito sus mejores novelas, como él mismo reconoció en una entrevista, pero lo que siempre encontraremos en sus obras es esa prosa ágil y ese humor socarrón que nos mantiene pegados a las páginas, cuente lo que cuente. Las barbas del profeta es una buena prueba de ello. Una interesante reflexión sobre esas historias y personajes que siguen configurando nuestro imaginario, aunque ni siquiera nos percatemos.

1 comentario en «Las barbas del profeta, de Eduardo Mendoza»

  1. Me han encantado las reflexiones que hace Eduardo sobre los pasajes de la historia sagrada que aprendimos en el colegio , su ironía y comentarios inteligentes me han cautivado y me han hecho recordar aquellos años el el colegio, era una asignatura que me gustaba mucho y te daba margen a idealizar a los personajes.
    Una amiga y admiradora
    de hace muchos años
    Y compañera de vacaciones en Caldetas

    Responder

Deja un comentario