Y, el último hombre: La saga completa

Reseña del cómic “Y, el último hombre: La saga completa”, de Brian K. Vaughan y Pia Guerra

y el ultimo hombre la saga completa

La ciencia ficción postapocalíptica es aquella que erige un nuevo mundo sobre las ruinas del que fue destruido. La caída de una sociedad puede deberse a catástrofes medioambientales, a guerras nucleares, a pandemias o a cualquier otro evento que ponga en jaque el mundo tal y como lo conocemos. Luego solo queda la supervivencia, el vano intento de recuperar una parte de la vieja normalidad. Cuando es un virus la chispa que prende el incendio que arrasa los cimientos de la humanidad, los zombis acostumbran a ser los efectos secundarios. En otras ocasiones lo que trajo la caída no tiene un único culpable, aunque sí varios sospechosos habituales, como en la novela Hijos de los hombres de P.D. James. Dieciocho años de infertilidad humana ponía de rodillas el reinado del Homo sapiens y lo abocaba a vivir en un mundo militarizado. Y entonces el lloro de un bebé traía la esperanza. Porque tras arrasarlo todo, tras mostrarnos esa realidad (que en ocasiones no es más que un reflejo oscuro de la nuestra o una predicción de nuestro porvenir), llega la hora de, mediante resiliencia y fe, reparar. La ciencia ficción de esta índole permite a su autor apuntar hacia un tema en concreto, encender las luces de advertencia y hacernos reflexionar sobre en qué la estamos cagando. En Y, el último hombre: La saga completa el autor mata a todos los hombres (o casi todos) para dar plena voz a las mujeres y hacernos reflexionar sobre la brecha de género.

Es el año 2002 y todo mamífero con cromosoma Y sobre la faz de la Tierra muere. La civilización se viene abajo. Los gobiernos se quedan sin presidentes. Algunos ejércitos al completo desaparecen. Los aviones comerciales caen del cielo cuando los pilotos se desploman en la cabina. Las rutas comerciales por mar dejan sin abastecimiento a medio mundo al fallecer la mayoría de capitanes de barco. La construcción queda paralizada ante la falta de mano de obra. Las mujeres dejan de lado su papel secundario en la sociedad y se ven obligadas a evitar que no colapse al completo. Las primeras páginas de Y, el último hombre, y en especial esa breve explicación sobre las implicaciones que tendría un generocidio, son una brillante introducción de las reflexiones sobre la condición humana y el papel que desenvuelven las mujeres en nuestro mundo. Pero para que haya debate se necesitan dos puntos de vista. Así que tenemos al veinteañero Yorick Brown y a su mono Ampersand. Protagonista y secundario gracioso todo en uno. Un misterio andante además de pretexto de figura masculina que no entiende el mundo en el que le toca vivir pero que se muestra abierto a aprender. Su condición de último hombre superviviente pronto lo convierte en poco menos que tesoro nacional y no serán pocas las disputas por hacerse con él. Así que lo que queda del gobierno de EEUU le asigna protección así como una científica que estudiará su caso además de intentar hallar una salvación para la raza humana. La trama explorará ese mundo distópico valiéndose de la visión de ese tridente de aventureros humanos, aunque para Yorick lo único importante es reunirse con su novia que vive en la otra punta del mundo.

Brian K. Vaughan estudió cine en la Universidad de Nueva York y, aunque finalmente orientó su carrera al mundo del cómic, es innegable que los ritmos que impone a sus obras beben claramente del cine aunque adaptándolos de formidable manera para aprovechar al máximo el medio. El virus, así como el roadtrip que se marca el trío de aventureros, es el mcguffin perfecto para explorar personalidades y situaciones. Los flashbacks de los que se sirve el autor y de los que no hace uso hasta bien avanzada la obra (probablemente para derrumbar los prejuicios que el lector se había creado sobre cada personaje) sirven para definir la forma de actuar y de pensar de cada uno de ellos. Yorick se muestra como un tipo gracioso que recurre a múltiples referencias de la cultura pop para dar réplica incluso en los momentos más complejos y es el impulsor de no pocos momentos hilarantes entre la agente 355 y la doctora Mann. Toques de humor recurrentes que rebajan el cariz dramático del apocalipsis y que, en contraposición, remarcan el mensaje de dramatismo cuando llega. Y este puede llegar a través de los diferentes puntos de vista de las diferentes mujeres que van tomando protagonismo. Están, por ejemplo, las Amazonas, un grupo de mujeres que sufrieron en manos de los hombres y que, con un organigrama de secta, buscan al último hombre para eliminarlo. Se valen de una violencia brutal y unos métodos poco éticos para conseguir sus fines y que indudablemente acabarán chocando con esas otras mujeres que creen que es necesario y posible un mundo en el que hombres y mujeres trabajen hombro con hombro.

Brian K. Vaughan hace avanzar la obra a una velocidad endiablada gracias a elipsis narrativas que hacen saltar de escenario en escenario al lector y que consigue mantenerlo atrapado como una mosca en la miel gracias a una historia divertida, compleja y bien documentada. Una obra de teatro únicamente representada por mujeres sirve para llevarnos hasta la época de Shakespeare y explicarnos el papel de las mujeres en la farándula. Así como también es mostrado el rol de la mujer en el ejército mediante una trama que gira en torno a los restos del ejército israelí guiado por una mujer empoderada pero que poco a poco va perdiendo el sentido de su misión. El tráfico de drogas, el periodismo, la política e incluso la religión son temas que aborda el cómic para mostrarnos circunstancias imposibles mientras el hombre viva o no se llegue a una igualdad real.

En el tema artístico de Y, el último hombre es Pia Guerra la que marca la pauta, el son y el estilo que los dibujantes suplentes Paul Chadwick, Goran Parlov y Goran Sudzuka trataran de igualar. El dibujo de Pia asienta las bases en las primeras páginas y de ahí solo hace que mejorar, hasta ese emotivo epílogo final que condensa mucha trama de un personaje y que deja con ganas de explorar más aspectos del mundo distópico en el que las mujeres reinaban en soledad. Pia Guerra se muestra especialmente brillante a la hora de representar esos estados oníricos en los que seremos transportados a El Mago de Oz, a un cómic de superhéroes coloreado con la típica cuatricromía setentera, a una space opera, a una aventura de fantasía heroica o a esas ensoñaciones en las que los personajes descubren sus verdaderos sentimientos y que no son más que pistas para rellenar huecos de la trama y de la psique de los protagonistas. José Marzán Jr. trabajando con el entintado, Pamela Rambo y Zylonol con los colores, J.G. Jones, Aron Wiesenfeld y Massimo Carnevale creando portadas que son obras de arte completan el elenco artístico que hace que el apartado gráfico sea una delicia para la vista.

En resumidas cuentas, Y, el último hombre: La saga completa, publicado por Ecc, es un cómic de ciencia ficción postapocalíptica que se vale de un ritmo frenético, de algunos tropos del cine, de un apartado gráfico soberbio y del poder del más puro entretenimiento para hacernos reflexionar sobre la brecha de género y la condición humana.

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