Aunque había oído hablar de Soldados de Salamina, tanto del libro, publicado en 2001, como de la película, estrenada en 2003, nunca me había llamado la atención. Sin embargo, hace poco, vi la entrevista que Risto Mejide hizo a Javier Cercas, y cuando contó por qué lo escribió, me entraron unas ganas tremendas de leerlo. Así que, al enterarme de que José Pablo García, autor de las adaptaciones gráficas de los ensayos de Paul Preston La guerra civil española y La muerte de Guernica, iba a hacer lo propio con Soldados de Salamina, pensé que era mi oportunidad de conocer esta historia.
Soldados de Salamina comienza con una introducción que nos pone en antecedentes: en el verano de 1994, murió el padre de Javier Cercas, su mujer lo dejó y él regresó a su puesto de periodista, abandonando su carrera como escritor, tras varios intentos decepcionantes. Y fue entonces cuando Rafael Sánchez Ferlosio le habló del fusilamiento frustrado de su padre, Rafael Sánchez Mazas.
Rafael Sánchez Mazas no era uno más de los presos franquistas que iban a ser entregados por los republicanos en las postrimerías de la guerra civil. Era, ni más ni menos, el primer fascista de España, fundador de la Falange y su teórico más influyente. Él fue el creador del símbolo del yugo y las flechas, el que acuñó el grito «Arriba España» y uno de los que participó en la escritura del Cara al sol. Pero, en aquel fusilamiento masivo a cincuenta nacionales, fue uno de los dos supervivientes. Tras huir y adentrarse en la maleza, uno de los soldados lo localizó, pero cuando los demás le gritaron desde la lejanía si había alguien más por ahí, miró durante unos instantes a Sánchez Mazas y contestó que no. ¿Por qué le perdonó la vida precisamente a él, que era, de entre todos los presos, el que más merecía morir ese día? Esa pregunta intrigó a Javier Cercas. Ahí estaba el germen de la novela que lo haría despegar como escritor: Soldados de Salamina.
A partir de aquí, la novela gráfica se divide en tres partes: en la primera, «Los amigos del bosque», Javier Cercas relata cómo fue entrevistando a unos y a otros y buscando en archivos, hemerotecas y bibliotecas, para saber más de la Batalla de Salamina y de Rafael Sánchez Mazas; en la segunda, «Soldados de Salamina», conjetura cómo vivió Rafael Sánchez Mazas el momento del fusilamiento, su posterior fuga y su regreso a la vida normal; y en la tercera, «Cita en Stockton», encuentra la última pieza del puzle gracias a la ayuda del mismísimo Roberto Bolaño.
Como digo, no he leído ni la novela ni he visto la película, por lo que no puedo comparar. Pero la novela gráfica que José Pablo García ha hecho de Soldados de Salamina es magnífica por sí sola, independientemente de que se ajuste más o menos a las dos versiones anteriores. Aun así, os aseguro que no me voy a quedar con la duda. Si antes me resultaba indiferente esta historia, ahora me tiene fascinada. Espero no tardar mucho en acercarme a la obra de Javier Cercas. Visto lo visto, lo de clásico moderno de la literatura española es un honor más que merecido.