Sorgo rojo

Sorgo rojo

Sorgo rojo, de Mo Yan

 

Señor Mo Yan, ¿qué estaba haciendo usted cuando recibió la noticia del Nobel?

No sé qué habrá respondido Don Mo, aunque estoy seguro de que lo recordará siempre. Asociamos los grandes acontecimientos históricos a un momento concreto de nuestra vida, tanto si se trata de un momento importante como absolutamente intrascendente.

Por eso, yo nunca olvidaré qué estaba haciendo cuando hace tres años leí Sorgo rojo. Pero empecemos por el libro.

¿Qué recuerdo de Sorgo rojo? En primer lugar, que, tras haber terminado la última página, cerré el libro con fuerza, dirigí la mirada al infinito y respiré profundamente. Es algo que hago en contadas ocasiones, un gesto con el que me digo a mí mismo que lo que acabo de leer me ha maravillado.

En segundo lugar, recuerdo una narración extraordinaria, con un manejo del tiempo y de los puntos de vista magistrales.

En tercer lugar, algunas escenas de una indecible crueldad.

Venga, hagamos un esfuerzo e intentemos recordar algunos detalles más.

Sorgo rojo nos cuenta la historia de una familia a lo largo de varias generaciones, aunque en su mayor parte está situada en la China rural de los años 20 y, sobre todo, los 30, durante la segunda guerra sino-japonesa. Nos encontramos con el retrato de una China donde impera todavía un sistema feudal, una tierra donde reinan los señores de la guerra, y donde una niña podía ser obligada por sus padres a casarse con un viejo leproso, dueño de una destilería, para así intentar salir de la miseria en la que malviven. Esa niña es la abuela del narrador, y su vida con el leproso dura lo que dura el bandido Yu en secuestrarla. Comienza así esta impresionante saga familiar.
Cuarenta años más tarde, el narrador evoca esas leyendas y muchas más frente a las tumbas de sus familiares, en un terreno antaño cubierto de sorgo, un cereal tan despreciado como fundamental durante siglos en la vida del campesino chino.

Mo Yan nos cuenta esta historia a través de continuos cambios de voces y saltos en el tiempo, con algunas escenas clave que el lector ve repetidas, siempre desde un punto de vista diferente. Sorprende el modo en que estos saltos y cambios de voces no complican en absoluto la lectura de la obra. Sorgo rojo no es, en ese sentido, un libro difícil, aunque sí debo insistir en que, en algunas páginas, la violencia es difícil de soportar. Pero el lector debe perseverar, aunque tenga que leer con los ojos cerrados, porque éste es uno de esos libros que no se olvidan jamás.

Hace tres años, un par de días después de que terminara de leer Sorgo rojo, nació mi hija pequeña.

2 comentarios en «Sorgo rojo»

  1. A mí si que me pareció un libro muy complejo pero buenísimo, es increíble el manejo que tiene Mo Yan del lenguaje y de las técnicas narrativas, me gustó mucho, tanto la historia como la manera en que está escrito, aunque es cierto que es muy violenta. Acabo de leer “Las baladas del ajo” muy buena también, aunque más sencilla y breve que esta, creo que podría gustarte. Un abrazo

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    • Te contesto con un pelín de retraso, Carol.
      Tengo muchas ganas tanto de releer esta joya como de leer alguna otra obra de este autor, así que gracias por la recomendación.
      Un abrazo.

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